Crisis migratoria en una UE en crisis

Los 630 inmigrantes que iban a bordo del Aquarius y otros dos barcos de la marina italiana desembarcaron ayer en Valencia poniendo fin así a ocho días de odisea por el Mediterráneo, que comenzó cuando la primera embarcación, de la ONG SOS Mediterranée, les rescató cuando iban a bordo de varias pateras frente a las costas de Libia. Ha sido un final feliz gracias a que el gobierno de Pedro Sánchez ofreció que España fuera su país de acogida después de que Malta e Italia rechazaran que el barco pudiera atracar en alguno de sus puertos. Este episodio ha vuelto a demostrar la incapacidad de la Unión Europea para articular una política migratoria común, a la vez que crecen el número de países miembros que optan por el cierre de fronteras aplicando recetas populistas y xenófobas a las que ahora se ha sumado el nuevo gobierno italiano formado por la ultraderechista Liga y el Movimiento Cinco Estrellas. Hungría y Eslovaquia, que han celebrado la decisión de Italia, forman junto a Polonia y la República Checa el Grupo de Visegrado, que rechaza las políticas migratorias de la UE. Por su parte, Austria, donde la ultraderecha está en el gobierno, y Dinamarca, donde el apoyo de otro partido de corte xenófobo es clave para su Ejecutivo, han propuesto crear centros de asilos en países situados fuera del territorio comunitario. Solo Francia se ha alineado con España en esta crisis, mientras que Alemania se ha puesto de perfil después de que los socios políticos de Merkel en Baviera hayan amenazado con poner fin a la coalición de gobierno si no se limita la llegada de refugiados.

Un panorama pésimo que pone una vez más de manifiesto que los gobiernos de los países miembros anteponen sus intereses políticos a corto plazo a la propia viabilidad del proyecto de la UE. Es esencial que Europa cuente con una política migratoria común, que reparta las cargas de forma equitativa, que tenga como premisa algo tan básico como la obligación de prestar asistencia a las personas que son rescatadas, sean de donde sean, y que articule a la vez una política exterior que permita incidir sobre las causas de esta crisis migratoria. Fomentar el miedo a los otros con políticas chauvinistas es el mejor camino para llevar a la UE al desastre y en ningún caso servirá para evitar la llegada de inmigrantes.