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Se han dedicado ríos de tinta a explicar las crisis económica o territorial, pero hasta ahora pasaba más desapercibida otra crisis de tanta o más trascendencia de cara al futuro y es que estamos ante un serio problema demográfico hasta el punto de que tanto en Lleida como en España vivimos un crecimiento vegetativo negativo, que solo queda paliado por los movimientos migratorios. Mueren más personas de las que nacen, las mujeres cada año tienen su primer hijo con más edad y cada vez tienen menos hijos. El resultado es una población en declive y con mucha más edad, algo que sumado al aumento de la esperanza de vida puede complicar el mantenimiento del sistema público de pensiones y crea una sociedad más envejecida y menos dinámica con todos los problemas de asistencia y de productividad que conlleva. En el pasado año, 2017, se registró en España un récord de fallecimientos con 423.643 defunciones, la más alta desde 1941, mientras que los nacimientos continuaron su tendencia a la baja con un descenso del 24,6 por ciento desde 2008, el año que marcó el récord de nacimientos, tanto en Lleida como en España, a remolque de la buena coyuntura económica. Desde entonces han bajado los nacimientos a un ritmo parecido al desplome económico hasta llegar a un mínimo estatal en el siglo XXI con 391.930 nacimientos, paliado parcialmente por la llegada de inmigrantes con un nivel de fertilidad superior a la población autóctona. Porque otro elemento demográfico preocupante de cara al futuro es que cada año se va retrasando la edad en la que las mujeres tienen su primer hijo, que en 2017 fue a los 32,1 años, la más alta de la serie histórica disponible en las estadísticas y cuatro años por encima de la edad media en 1976 que era de 28,5. Pero es que además de tenerlos más tarde, también tenemos menos hijos de forma que el promedio es de 1,31 hijos por mujer frente a 1,34 del año anterior, con la curiosidad de que la quinta parte de los nacimientos fueron de madre extranjera pese a que la población extranjera residente en España no llega al diez por ciento. Estamos ante un agujero demográfico importante porque se reflejará en la pirámide de edad y en el mercado laboral, frente al que se hacen imprescindibles políticas de apoyo a la familia y de incentivos a la maternidad. Hasta ahora no se ha hecho nada de esto en España y si no se corrige, cada año seremos menos y más viejos.

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