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Si ya provocó indignación la sentencia de la Audiencia de Navarra que condenó a los integrantes de la Manada a solo nueve años por abusos sexuales, y no por agresión sexual, la decisión de ayer de dejarles en libertad con fianza de 6.000 euros aún ha multiplicado la indignación, la rabia y también la impotencia ante lo que muchos consideramos una resolución totalmente injusta. Del relato de hechos probados se desprendía que los cinco individuos acusados se prevalieron de su superioridad para agredir sexualmente a una chica, pero la sentencia se limitaba a condenarles por abusos pese a la existencia de vídeos, divulgados por los mismos autores, que mostraban la violación. Dos meses después de esta sentencia y antes de que cumplieran dos años de prisión de los nueve a que han sido condenados, dos de los tres jueces de la Audiencia navarra han decidido la libertad provisional atendiendo al recurso de las defensas que se amparaban en que no existía riesgo de fuga, ni tampoco de reiteración delictiva y hasta aludían al carácter excepcional de la prisión provisional al haber sido recurrida la condena, aunque no se conoce el auto de la Audiencia, que no se divulgará hasta hoy. Se hace difícil entender que haya argumentos jurídicos para justificar esta puesta en libertad a la vista del relato de los hechos de la misma Audiencia, pero sí conviene recordar que podían prolongar la prisión provisional hasta 2021, en que se cumpliría la mitad de la condena impuesta y que en el caso de los políticos catalanes presos no se tiene en cuenta la exageración de la prisión provisional pese a que ni siquiera han sido juzgados. Pero la justicia toma a veces decisiones que muchos no entendemos ni compartimos, y en este caso ha sido la resolución de los jueces la que ha generado alarma social, con manifestaciones en todas las ciudades y expresiones de indignación, rabia e impotencia, porque además cunde la sensación de que unos hechos probados que son escalofriantes, bárbaros, claramente abusivos, al margen de la calificación jurídica, van a quedar prácticamente impunes. Decía Willy Brandt que permitir una injusticia es abrir el camino a todas las demás y si una agresión tan brutal y evidente como la de Pamplona no es castigada con ejemplaridad, hay que protestar y también preguntarse si la justicia se ha adaptado a los tiempos que vivimos y si está realmente al servicio de la sociedad.

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