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El siempre polémico Mourinho hizo célebre la expresión sarcástica “teatro del bueno”, pero en el titular de este espacio editorial lo usamos literalmente. El mérito es de FiraTàrrega, que se ha convertido en un referente cultural de prestigio internacional en sus 37 años de historia. La edición de 2018, que hoy baja el telón, no ha sido una excepción. Jordi Duran deja la dirección artística del certamen, tras ocho años, en impecable estado de revista. Su política ha sido una firme apuesta por la calidad y por las artes escénicas. FiraTàrrega tenía el peligro de que podía morir de éxito y Duran ha sabido contener la tendencia a batir récords de los grandes eventos culturales. Paradójicamente, FiraTàrrega ha llegado más lejos que nunca con el freno de mano puesto. Y no solo desde un punto de vista creativo. Un estudio encargado por el propio certamen en 2012 pone de manifiesto que el impacto económico de la Fira es de 7 millones de euros. Baste como ejemplo que el sector de la restauración de la capital del Urgell factura en los cuatro días que dura FiraTàrrega el 30% del volumen anual de negocio. No es de extrañar que Tàrrega crezca con un ojo puesto en las necesidades del certamen. Desde el diseño del urbanismo hasta los requisitos en equipamientos como el camping tienen en cuenta que, una vez al año, la capital del Urgell recibe a más de 100.000 visitantes. Al margen de las grandes cifras económicas, FiraTàrrega crea otro tipo de riqueza más difícil de cuantificar. Si los primeros años el certamen necesitaba la tutela de Comediants y el talento de compañías entonces jóvenes como La Fura dels Baus o La Cubana, la presencia de grupos leridanos es ahora cada vez más habitual. A la sombra de FiraTàrrega ha crecido toda una generación que ha estado al día de las novedades y no ha dudado en arriesgar. Prueba de ello es el éxito de Asteroid, el aplaudido estreno que Campi Qui Pugui ha llevado a Tàrrega. En este sentido, el esfuerzo de la Diputación por garantizar la presencia de grupos originarios de las comarcas de Lleida en la programación del certamen ha rehuido del concepto de cuota. Apostar por la calidad ha permitido, a lo largo de los años, a compañías como Zum Zum Teatre, el Centre de Titelles, La Baldufa o los ya mencionados Campi Qui Pugui mostrar su talento en un gran escaparate internacional. Una inmejorable carta de presentación que han sabido aprovechar.

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