Diada Nacional de Catalunya

La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, actualizó ayer las cifras de inscritos en la ‘Diada por la República’ y los cifró en 440.000 personas, 270.000 camisetas vendidas y 1.500 autocares llenos. Si tenemos en cuenta que los asistentes de las pasadas ediciones siempre suelen situarse en el doble de los previamente apuntados, nos pondríamos otra vez en un escenario de casi, o más, de un millón de personas en la Diagonal de Barcelona reclamando la independencia de Catalunya. Una cifra que, miles arriba o abajo, sigue siendo la mayor expresión de voluntad popular expresada pacíficamente en las calles en las últimas décadas en Europa. Es evidente que esta reclamación de autodeterminación, avalada por una mayoría parlamentaria soberanista de más de dos millones de votos, no representa a toda la sociedad catalana porque existen otro 1,9 millones de ciudadanos de este país que son radicalmente contrarios a la constitución de una república catalana (los votantes de Cs y PP) y 900.000 que apoyan más autogobierno siempre que provenga de un pacto con el Estado o reforma constitucional (PSC y los Comuns). El equilibrio de fuerzas y las ajustadas mayorías, judicialización al margen, aconsejan pues seguir la línea iniciada con el gobierno socialista en Madrid de pacto, diálogo, puentes de entendimiento y rebajar tensiones. En el siglo XXI no hay, o no debería haber, otra forma de entender y hacer política. El avance ultra de SueciaEl Partido Socialdemócrata ganó las elecciones del domingo en Suecia, pero el partido de extrema derecha Demócratas de Suecia fue el que registró un mayor crecimiento. Así, el bloque de la izquierda, con el 40,6% de los votos, ganó pírricamente al de la derecha, con el 40,2% y deja incierto el futuro gobierno. Lo más alarmante de estos resultados es el avance global del populismo ultra en Europa con el estigma de la inmigración como nexo de su auge, lo que viene a reforzar la necesidad de que el Viejo Continente unifique sus políticas migratorias si no quiere ver retroceder aún más su liderazgo en valores de democracia y libertad.