Dos cambios en cien días

Horas después de recibir el apoyo explícito de Pedro Sánchez, la ministra de Sanidad, Carmen Montón, se veía obligada a presentar su dimisión para no perjudicar al Gobierno y a su presidente. Es el segundo relevo en 103 días de mandato de Sánchez después de que el titular de Cultura, Màxim Huerta, fuera el más breve de la historia y tuviera que renunciar al publicarse sus irregularidades con Hacienda y ahora es Montón quien ha tenido que dejar el Gobierno al conocerse que su trabajo final de máster contenía 19 páginas plagiadas de un total de 50 y que había dudas fundadas sobre su asistencia a clase e incluso podrían haberse manipulado sus notas. Demasiadas irregularidades para un gobierno que quiere hacer bandera de la honestidad y la transparencia y un lastre demasiado pesado para un ejecutivo con apoyos muy limitados por lo que su dimisión era inevitable como demostración de que Sánchez ha colocado el listón alto y que ni colaboradores tan estrechos como la dimitida Montón, que además puede esgrimir una buena gestión con la generalización de la sanidad, se salvan si engañan en su currículum. Y también como una forma de colocar al líder del PP, Pablo Casado, en el disparadero y de visualizar que se aferra al cargo pese a que también se han denunciado irregularidades en su máster. El problema es que puedan surgir nuevos casos parecidos en el gabinete, y la respuesta de Pedro Sánchez en el Congreso a la cuestión de su tesis no fue de lo más afortunado, y que se vea obligado a introducir más cambios que aumentarían la sensación de fragilidad que ofrece el equipo de Sánchez, que sin duda está sometido a un escrutinio sin precedentes con las dos fuerzas de la derecha, PP y Ciudadanos, rivalizando para ver quien hace una oposición más implacable. Mención aparte merece el papel de la Universidad Rey Juan Carlos, cuyo rector tuvo que dimitir el año pasado tras demostrarse que había plagiado y que ahora se ve involucrada en todos los másteres polémicos: Cifuentes, Casado y Montón, con la sospecha de que se pudo favorecer a políticos con proyección o con buenas relaciones en su partido con catedráticos que pudieron obtener beneficios personales con este reparto de másteres. Por el bien de la misma universidad y el de sus alumnos y profesores, convendría una investigación a fondo y la depuración de las responsabilidades que fuera menester.