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La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció ayer en el Congreso que anulará el impuesto de generación creado por el gobierno del PP, que grava con un 7 por ciento la producción eléctrica, y además potenciará los bonos sociales y lo complementará con un bono para la calefacción para combatir la pobreza energética. Falta hace que el gobierno tome medidas porque estamos viviendo un mes de septiembre con precios récord de electricidad y porque llevamos años pagando uno de los recibos de la luz más caros de Europa, superados únicamente por Alemania y Polonia, con el detalle significativo de que antes de impuestos, el precio de la electricidad que se paga en España solo es superado por tres países insulares: Irlanda, Reino Unido y Chipre. También tenemos un sistema de fijación de precios, que, además de laberíntico, siempre tiende al alza: si hay sequía, sube la electricidad porque baja la producción hidroeléctrica, si tenemos un año lluvioso como el presente, también suben las tarifas porque, como está sucediendo en septiembre, se han encarecido los derechos de emisión de CO

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que penalizan al petróleo o porque han parado las nucleares francesas por el calor o porque ha bajado la producción de energías renovables. El resultado es que las tarifas siempre suben y, así, en la última década, el incremento ha sido del 55%, con un 5,1 en el primer semestre de este año y una tendencia que, según los expertos, se mantendrá al alza pese a la supresión del impuesto anunciado por la ministra que repercutirá en una bajada del 2 por ciento en el recibo que pagamos y que puede verse compensada por la subida del resto de elementos que integran el recibo. El gran problema es la fijación de precios en el mercado mayorista donde se aplica un sistema marginalista y se paga en función de la unidad de energía más cara, que suele ser el gas, y no proporcionalmente a la composición del mix energético, y la misma estructura del recibo de la luz en el que el precio de la generación solo representa un 35%, que es la parte variable, con un 65 por ciento de parte fija que se desglosa en un 40 por ciento aproximadamente, que corresponde a diversos conceptos como tarifas, peajes, alquiler de contadores y margen de comercialización, y en un 25 por ciento de diversos impuestos, entre los que está el de generación, cuya eliminación anunció ayer la ministra. Pero queda mucho para evitar que la luz siga subiendo.

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