EDITORIAL
Pensando en elecciones
Después de tres meses de cierre del Parlament por la incapacidad de JxCat y ERC para llegar a un acuerdo sobre la sustitución temporal de los diputados suspendidos por decisión del juez Llarena, han vuelto a tropezar en la misma piedra y la conclusión del debate de política general tuvo que aplazarse hasta el martes por los desacuerdos, con rumores de ruptura y hasta de adelanto electoral por las discrepancias. Ayer, el presidente Torra y el vicepresidente Aragonés intentaron capear el temporal con una comparecencia en la que aseguraron que “el gobierno es fuerte, está unido y garantizamos su continuidad como mínimo hasta el día de la sentencia”, aunque a continuación admitieron que ha habido discrepancias y descoordinación atribuidas a la excepcional situación que vivimos. Lo preocupante es que las discrepancias han surgido por una cuestión difícil de entender por el ciudadano y que revelan faltas de entendimiento más profundas. De hecho, PDeCAT y ERC habían llegado a un acuerdo para la sustitución temporal de los seis diputados que están en prisión o en el extranjero y los segundos presentaron la designación de quién votaría en su nombre, mientras que los primeros presentaban un escrito en el que el grupo asumía la delegación del voto. Faltaba la firma de los implicados, y cuando las presentaron hacían una delegación, y no una designación como había hecho ERC. La Mesa aceptó el documento, pero los letrados de la cámara advirtieron de los defectos de forma y de que no bastaba con la delegación, sino que era necesaria la transmisión, aunque fuera temporal, de los derechos parlamentarios, en la misma línea de lo que advirtió el gobierno central de cara a nuevas impugnaciones. De cómo se resuelva la cuestión dependerá si se computan los votos de estos cuatro diputados de JxCat e incluso en caso de aceptarse si los tribunales actúan contra el presidente del Parlament por desobediencia al Supremo, extremo que quiere evitar ERC. En el fondo, además de diferencias ideológicas, hay un tacticismo que nadie disimula para intentar presentar a ERC como un grupo más tibio en el procés, mientras desde el PDeCAT se apuesta por la radicalidad e incluso por la desobediencia parlamentaria para asegurarse el grueso del voto independentista. Es decir que pese al discurso de unidad de ayer, unos y otros están ya en campaña electoral, porque desde el principio han dado por acabada esta legislatura.