EDITORIAL
Hipocresía con Arabia Saudí
La tortura y el posterior asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudí en Turquía ha desatado una ola de indignación en el mundo occidental con el régimen saudí con respuestas que van desde la suspensión de la venta de armas que decidió ayer Alemania, y la condena firme de Francia y Reino Unido, que exigen aclaraciones y también sopesan frenar la venta de armas, a la “consternación” del Gobierno español y las dudas del gobierno de Trump, que ha pasado de creer la versión saudí a reconocer que ha habido engaños y mentiras. Unas reacciones, cuya dureza es inversamente proporcional a la dependencia económica de cada país con los contratos con Arabia Saudí, que muestran hasta qué punto la hipocresía domina la diplomacia internacional y como lo que eufemísticamente llaman “razones de Estado” priman por encima de la defensa de los derechos humanos y las aspiraciones democráticas. Lo de Khashoggi es una barbaridad porque ha sido torturado y asesinado por criticar al régimen feudal saudí y defender la libertad y la democracia, pero lamentablemente solo es la punta del iceberg de un país que sistemáticamente viola los derechos humanos más elementales, que figura entre las dictaduras con menores índices de libertad, que persigue la homosexualidad, discrimina a las mujeres que hasta hace unas semanas ni podían conducir vehículos, que sigue anclado en el feudalismo con la ley islámica como única norma. Eso sí, es muy rico, o mejor dicho una minoría acumula ingentes riquezas que no se dedican al desarrollo económico, cultural o social del país, ni a atender las necesidades de los más desfavorecidos, sino que son acumuladas, y despilfarradas, por unas pocas familias que controlan con mano de hierro la perpetuación de este feudalismo. Todo esto lo sabe Occidente y sus dirigentes como saben también que Bin Laden procedía de una de estas familias y que la dictadura saudí es la fuente ideológica, financiera y política de buena parte del terrorismo yihadista, pero prefieren destacar que Arabia Saudí representa la moderación y que es un aliado indispensable para el equilibrio del Próximo Oriente. Así pueden continuar vendiendo armas, haciendo negocios con su petróleo, beneficiándose de contratos millonarios o de las inversiones de los príncipes saudíes, dejando las proclamas sobre los derechos humanos para países más pobres. Razones de Estado.