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Las elecciones legislativas de esta semana propiciaron una ligera recuperación de los demócratas, que pasan a controlar la Cámara de Representantes, pero es preocupante que con todas las barbaridades que ha hecho y sobre todo dicho Trump, los republicanos sigan conservando su mayoría en el Senado. Estas elecciones a mitad del mandato suelen marcar la tendencia de la legislatura con el habitual desgaste del presidente y sus opciones para la reelección que en este sentido parecen reforzadas porque los republicanos han salido bien parados ya que el retroceso de Trump, 3,5 puntos, es considerablemente menor al que sufrieron en su momento los demócratas con Bill Clinton o Barack Obama, que bajaron un 6,3 y un 9 respectivamente. En descargo de los demócratas hay que destacar que de momento no tienen candidato y que han incrementado su voto entre los jóvenes y los universitarios con la aparición de caras nuevas que representan el ascenso de las mujeres y de colectivos indígenas o musulmanes que consiguen representación por primera vez. Pero lo significativo es que la política de agitación permanente, de confrontación, de supremacismo norteamericano continuará con toda su virulencia durante los dos próximos años porque es el espíritu de Trump y además porque considera que le está funcionando. Así, destituye a quien no sigue sus directrices y el último cambio del secretario de Justicia es significativo para no investigar las maniobras rusas en la última campaña, y se enfrenta directamente con quien le critíca o le cuestiona recurriendo a todas las artimañas posibles. El último caso ha sido la retirada de la credencial en la Casa Blanca al periodista de la CNN Jim Acosta, que le preguntó por su actitud de convertir la caravana de migrantes hondureños en una amenaza a la seguridad nacional y recibió una catarata de improperios por parte de Trump con la retirada del micrófono. Con esto ya contaba el periodista y sus compañeros, pero lo vergonzoso es que para justificar la retirada de la credencial, Trump y su jefa de prensa han difundido que el periodista “puso sus manos” sobre la becaria que le retiraba el micrófono con un vídeo groseramente manipulado en el que se acelera la acción. Otro ejercicio de matonismo de Trump: insulta al periodista, le expulsa, le prohíbe la entrada y luego quiere desprestigiarle. Contra la prensa, los homosexuales, los migrantes... los críticos y diferentes. Y aún le votan.

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