EDITORIAL
Una línea que descarrila
La línea ferroviaria de Manresa vuelve a ser noticia negativa por otro descarrilamiento que esta vez ha tenido consecuencias trágicas: un muerto y 49 heridos, además del cierre indefinido de la línea que obliga a transportar en autobús desde Manresa a los viajeros que quieran ir de Lleida a Barcelona. El accidente no ha sorprendido a los conocedores de la línea porque es el tercer siniestro que se registra en los últimos diez años en la misma zona de Vacarisses y circulan por las redes unas imágenes captadas por un maquinista en las que se ve como cae el agua y el barro en forma de catarata a los dos lados de la vía. Es un tramo conflictivo y por esto sorprende que desde el ente gestor de infraestructuras ferroviarias explicaran que se había revisado la línea este mismo lunes, a un día del accidente, sin que se detectara ningún riesgo. Los hechos muestran lamentablemente que la inspección no fue eficaz por mucho que haya llovido y por mucha agua que se acumulara en las laderas de la vía, a lo que se atribuye en principio el accidente. Pero lo cierto es que como denunciaba ayer un sindicalista la alta velocidad acapara todas las inversiones ferroviarias y líneas como la de Manresa llevan años sin recibir el dinero necesario ya no para mejorar la infraestructura sino para asegurar un correcto mantenimiento. Líneas como la de Manresa son fundamentales para articular el territorio y para conseguir un buen servicio de cercanías tanto hacia Barcelona como desde Cervera hasta Lleida, pero desgraciadamente se las deja agonizar. El desastre judicial Al juez Marchena no le han dejado otra opción que renunciar a la presidencia del Supremo tras los comentarios del portavoz del PP en el Senado que cuestionaban su independencia, pero la irresponsabilidad de este senador también ha marcado políticamente a este juez y a otros de cara a su futura trayectoria política. Y por esto le han recusado los políticos presos que debían ser juzgados en la sala presidida por Marchena. Después de esta renuncia se rompe el pacto para el CGPJ y queda cuestionada la sala que afronta el juicio más trascendental de los últimos años.