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Desde que se conocieron los resultados del referéndum, el Brexit se ha convertido en una amenaza para la economía del Reino Unido, pero también para la de los países europeos, porque cuanto más se acerca la fecha de su aplicación, el 30 de marzo de 2019, y mejor se conocen las condiciones, más grandes son los temores porque todos saldremos perdiendo. De momento, los ingleses están haciendo ensayos sobre qué pasaría en los puertos de entrada con la tramitación de los documentos de importación y la foto que publicamos ayer del puerto de Dover con largas colas de camiones es para preocuparse, porque la vía preferente de entrada de la fruta de Lleida y de las exportaciones al Reino Unido es este puerto en el que, según las previsiones, los trámites pueden prolongarse durante semanas. Y, evidentemente, esto es nefasto para productos perecederos y de temporada como es la fruta y de los 83 millones de euros que Lleida exporta al Reino Unido casi 32 corresponden al sector frutícola.

No es cuestión de ponerse la venda antes de la herida porque el acuerdo alcanzado entre Bruselas y Londres prevé un “divorcio ordenado” que no implica, de momento, grandes cambios en el comercio agroalimentario, pero hay que tener en cuenta que la premier británica, Theresa May, no tiene garantizado el apoyo parlamentario en la votación del acuerdo en la Cámara de los Comunes fijada para el día 15 y que los euroescépticos podrían tumbar el pacto alcanzado e imponer un Brexit más duro. Por si acaso, el ministerio de Hacienda ya ha recomendado a las empresas españolas que comercian con las británicas que se preparen para un Brexit duro, aunque nadie puede especificar cuáles son para un sector como el agroalimentario cuyas exportaciones no pueden esperar durante semanas que se agilicen los trámites en las aduanas. También le interesa al Reino Unido evitar posibles problemas de desabastecimiento y mantener sus actuales proveedores, pero pueden aparecer otros del área de la Commonwealth y complicar la cuota de mercado que se ha ganado la fruta leridana en el Reino Unido, que para muchas empresas leridanas es uno de los mejores clientes. Tras el veto ruso, el Brexit puede ser otro ejemplo de lo difícil que es conquistar un mercado y lo fácil que resulta perderlo por causas políticas.

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