EDITORIAL
Incentivos a la ruralidad
Mientras que para algunos poder vivir en las comarcas pirenaicas es un privilegio por la calidad de vida y el contacto con la naturaleza, para otros profesionales representa una rémora con más inconvenientes que ventajas y los destinos en aquellas comarcas se interpretan como algo temporal a la espera de un puesto en las zonas urbanas donde hay más posibilidades de promoción, de conciliación familiar y más facilidades para la educación de los hijos. El problema se da en muchos sectores, pero se agudiza especialmente en el caso de médicos especialistas de los hospitales del Pirineo y se arrastra desde hace años, porque la consellera Marina Geli ya planteó posibles incentivos que de momento aún no se han concretado. En los hospitales de La Seu, Tremp y Vielha había más especialistas hace diez años que ahora como admite el director de los dos primeros centros resaltando que se ha incrementado la demanda en los centros de Barcelona que resultan más atractivos para los especialistas. El resultado es que en los hospitales de montaña faltan urólogos, reumatólogos, otorrinolaringólogos, dermatólogos, neurólogos y traumatólogos y el síndic d’Aran añade un factor de incertidumbre porque en unos años se jubilarán médicos afincados en la Val y su relevo será complicado. Para paliar esta escasez se han firmado convenios con otros hospitales de Lleida y Barcelona para que especialistas del llano también atiendan en los centros de montaña, pero es insuficiente porque habría que doblar los días de visita y el objetivo sería disponer de especialistas propios. Los mismos hospitales plantean que se ofrezcan incentivos para atraer a los médicos especialistas que deberían incluir desde una compensación de ruralidad, como ya tienen los médicos de asistencia primaria de algunas comarcas catalanas, hasta garantías reales de promoción profesional para que un destino en estos centros no sea un hándicap, pasando por la extensión de estos convenios con otros hospitales para poder simultanear estancias que ayudarían a mejorar su cualificación e incluso a investigar y compartir avances. Y también sería positiva la colaboración de las instituciones de montaña para facilitar desde el alojamiento hasta la integración social de quienes vayan a trabajar allí, porque además de los económicos hay otros incentivos que pueden convertir el trabajo en el Pirineo en el destino soñado y no en una estancia temporal.