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El país no se paralizó a pesar de que hubo cortes de carretera y restricciones en las comunicaciones ferroviarias, huelgas en la enseñanza y en la función pública y presión de los piquetes en el comercio y alguna industria que no se tradujeron en cierres, pero sí que hubo una protesta importante en todas las capitales catalanas con manifestaciones multitudinarias para protestar por el juicio al procés. El seguimiento de la huelga ha sido modesto en el sector industrial y los datos de consumo eléctrico reflejan que no ha habido una disminución sensible de la actividad y tampoco en el comercio, al margen de la actuación de los piquetes, que se ha percibido en la convocatoria. Tampoco ha tenido repercusión en la sanidad, mientras que en la enseñanza sí que ha habido un seguimiento importante de alumnos y profesores. Frente al escaso eco de la huelga, sí que ha sido notable la protesta reflejada en las calles con unas manifestaciones importantes, que en el caso de Lleida fue una de las más multitudinarias de los últimos años. Ayer se expresó un sentimiento de repulsa generalizada por el juicio a los dirigentes del procés soberanista, de rechazo a unas acusaciones que ni se han probado ni pueden sostenerse porque no hubo violencia que justifique el cargo de rebelión o sedición y porque la prisión preventiva que han padecido es absolutamente injusta. Pero también quedó claro que la mayoría de la población no apuesta por huelgas generales, no es partidaria de paralizar la actividad económica del país, ni considera que frenar la producción pueda ayudar a mejorar la situación de los presos ni avanzar en la búsqueda de fórmulas para solventar la cuestión catalana. La huelga de ayer había sido aplazada porque sus convocantes entendieron, hace una semana, que no se daban las condiciones adecuadas para llevarla a la práctica, pero ayer tampoco estaban claras las razones para una huelga general después de seis días de juicio en el Supremo como muestra el escaso eco que tuvo, por mucho que algunos sectores como los comités de defensa de la república se esfuercen por mantener una situación de tensión permanente. Es comprensible que haya movilizaciones de protesta, como muestra la respuesta de la ciudadanía catalana, pero también ha dejado claro que no apuesta por situaciones de conflicto permanente o por convocatorias de huelga general que intentan paralizar el país y generalizar la tensión.

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