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Vista aérea de parte de la ciudad de Lleida, con la Seu Vella al fondo.

Vista aérea de parte de la ciudad de Lleida, con la Seu Vella al fondo.

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Sin venir a cuento, el Instituto Cervantes, organismo dependiente del gobierno que tiene como función promover “la enseñanza y el uso del español y la difusión de las culturas hispánicas en el exterior”, ha editado una guía sobre Las 100 dudas más frecuentes del español en la que entre otras cuestiones recomienda que se use el topónimo Lérida en lugar del oficial Lleida. Reabre una polémica que lleva años zanjada, porque el nombre, tanto el habitual como el oficial, de la ciudad y de la provincia es Lleida y no solo porque así lo utilicen habitualmente sus habitantes, sino porque también lo aprobaron las instituciones e incluso fue refrendado por ley con la aprobación definitiva en el Senado en 1992, “de acuerdo con la tradición histórica, cultural y literaria” del territorio. Los mismos académicos han dejado escrito que de la misma forma que los ciudadanos son los depositarios de la soberanía política, los hablantes lo son de la lingüística y que a las academias les corresponde dar fe del uso que hacen de las palabras sus usuarios, por lo que en el caso de Lleida no debería haber más polémica. Y no tiene ningún sentido que una institución pública revoque la decisión de los ciudadanos y sus representantes en aras a una supuesta “tradición asentada” como dice el Cervantes, porque al fin y al cabo nuestra riqueza es que nuestra capital ha sido sucesivamente Iltrita, Ilerda, Larida y también Lérida, pero ahora Lleida es Lleida. Aquí y también en el exterior.

Hay liquidez

Es significativo que la mitad de las viviendas adquiridas en Lleida el año pasado hayan sido compradas sin necesidad de firmar una hipoteca, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, mientras que en el conjunto estatal se mantuvo la tendencia creciente de hipotecas, con un diez por ciento más. El dato revela que la compra de vivienda vuelve a reactivarse después de los años de crisis, que el sector inmobiliario recupera su actividad y en el caso de Lleida que hay liquidez entre los compradores que ante la falta de alicientes o seguridad de otras inversiones o de los productos bancarios vuelve a centrarse en la inversión inmobiliaria.

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