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Las reivindicaciones feministas que llevaron a las Naciones Unidas a declarar en 1975 el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer en recuerdo de las mujeres muertas en el incendio de una fábrica de camisas de Nueva York en 1911 siguen teniendo toda su vigencia, porque desgraciadamente las mujeres siguen discriminadas. Siguen siendo víctimas de violencia de género, continúan padeciendo las lacras de una cultura machista y patriarcal y, a pesar de todo lo que ha evolucionado nuestra sociedad económica y tecnológicamente, en nuestro país seguimos padeciendo anacronismos como la sentencia de La Manada o casos de explotación de la mujer, y se han multiplicado las denuncias por acoso o abusos sexuales, por no hablar del Tercer Mundo o de los países árabes, donde la situación de la mujer es para llorar. En España, las movilizaciones del año pasado con multitudinarias manifestaciones hicieron historia para reclamar igualdad y el fin de la discriminación, del acoso y de la violencia, y se dio un paso adelante que debe refrendarse en el día a día, en la reforma de las leyes y el trato cotidiano en los centros de trabajo. Algunas de las medidas del efímero gobierno socialista van en esta línea, pero siguen siendo insuficientes porque las estadísticas son tozudas en mostrar la discriminación: hay más mujeres en paro que hombres, tienen más dificultades para incorporarse al mercado laboral, es más complicado que puedan compatibilizar su trabajo con la vida familiar, siguen cobrando menos pese a la normativa que impide cualquier discriminación, las mujeres jubiladas cobran menos pensión que los hombres, hay menos mujeres ocupando altos cargos en las administraciones públicas, solo un 9 por ciento de los directivos de grandes empresas son mujeres y la brecha salarial en las comarcas de Lleida entre mujeres y hombres sigue siendo de un 20,2 por ciento y más de la mitad de las mujeres que tienen trabajo en la provincia son mileuristas. No es una batalla que pueda ganarse en un año, ni con un día internacional, ni con una huelga o una manifestación, pero sí que puede avanzarse con movilizaciones como la de hoy para cambiar esquemas mentales, para educar a la ciudadanía en nuevos valores, para favorecer la conciliación y la promoción de la mujer, en una palabra, para acercarnos a la igualdad. Y es una asignatura que tenemos pendiente tanto las mujeres como los hombres.

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