SEGRE

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La semana pasada la Crida Nacional per la República, que impulsa Carles Puigdemont, anunciaba que no se presentaría a las elecciones generales del 28 de abril al entender que no había alcanzado el objetivo de unidad que buscaba, pero lo que sí ha hecho en la práctica es fagocitar las listas del PDeCAT, de forma que se ha impuesto clarísimamente la línea marcada por Puigdemont desde Bruselas. De la misma forma que el verano pasado quedó apartada Marta Pascal, ahora han sido los diputados moderados que habían facilitado la investidura de Pedro Sánchez como Carles Campuzano o Jordi Xuclà los que quedan fuera de las listas en beneficio de los candidatos más afines a las tesis puigdemontistas. Los herederos de la vieja Convergència no discutían la presencia de los dirigentes presos como Jordi Sànchez en Barcelona, Josep Rull en Tarragona o Jordi Turull en Lleida, tal como había anunciado SEGRE, pero sí aspiraban a colocar como segundos a candidatos más vinculados a la estructura del partido y con este objetivo habían realizado primarias y en declaraciones previas se mostraban dispuestos a defender la hegemonía del partido. No ha sido así y finalmente el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, se ha plegado a las exigencias que llegaban desde Waterloo dejando la postconvergencia supeditada a las estrategias de Puigdemont con un grupo parlamentario que recibe el mensaje de plantear una oposición radical en el Congreso, un futuro más que complicado para el partido que puede quedar diluido ante las superestructuras que plantea Puigdemont y una incógnita sobre la actitud de los militantes y votantes moderados de la antigua Convergència. Una supeditación que también afecta al Consell Executiu, que tendrá que ser remodelado porque dos conselleras, Elsa Artadi y Laura Borràs, se incorporan la primera a la lista al ayuntamiento de Barcelona y la segunda, a las generales. Y el Consell Nacional del PDeCAT también ratificó que Carles Puigdemont sea su cabeza de lista en las elecciones europeas, en las que tendrá como rival directo a su antiguo vicepresidente, Oriol Junqueras, que será el número 1 de ERC. Son conocidas sus discrepancias agudizadas tras la fallida aprobación de la DUI y sus destinos divergentes, pero ahora se plasmarán en una campaña electoral que gana interés. Se ayuda a internacionalizar el conflicto catalán, pero será complicado mantener una supuesta unidad.

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