40 años de consistorios democráticos

El próximo miércoles, 3 de abril, se cumplirán 40 años de las primeras elecciones democráticas en los ayuntamientos tras la oscuridad del franquismo, donde los consistorios servían básicamente para controlar que la población siguiera la ideología del régimen y facilitara la especulación urbanística de aquellos que ostentaban el poder. La democracia llevó aire fresco a todas las poblaciones de Lleida, que vivieron una explosión de inversión en edificios públicos, equipamientos y, sobre todo y lo más importante, colaboraron y de qué manera en la mejora de la sanidad y la educación pública. Pero los alcaldes y concejales siempre han tenido una asignatura pendiente que, 40 años después, sigue encima de la mesa: la financiación local sigue por debajo de lo necesario y apenas gestionan el 15 por ciento de toda la inversión pública. Esa dependencia económica de los impuestos locales ha comportado un Dragon Khan económico, que en las primeras dos décadas, con el boom de la construcción, hizo nadar en la abundancia a muchos municipios y que luego, con la crisis, redujo a lo mínimo la capacidad de seguir adecuando los pueblos y ciudades a las necesidades de sus habitantes. En cuanto a los servicios que prestan los 231 ayuntamientos de Lleida y la labor de acercar la administración a sus habitantes, no nos cansaremos de aplaudir la vocación y dedicación de la gran mayoría de hombres y mujeres que hacen del servicio a los demás su medio de vida. Un ayuntamiento es el primer eslabón del ciudadano con todo lo público y de su buen hacer depende una parte del bienestar colectivo de sus habitantes. El fracaso de Vox en Catalunya Los catalanes tenemos diferentes opiniones del modo y manera de enfocar nuestra relación con España, pero por tradición democrática, espíritu integrador y progresista y sobre todo por la voluntad demostrada a lo largo de los siglos, esta nación rechaza cualquier veleidad con la violencia, la vuelta a los oscuros dogmas del franquismo o cualquier retroceso en los derechos fundamentales de las personas. Por tanto, hará bien Vox en dejar Catalunya al margen de sus retrógrados objetivos.