EDITORIAL
Alquileres más caros
Poco a poco, el mercado inmobiliario va recuperando el pulso de antes del estallido de la burbuja, pero esto no quiere decir que hayamos salido de la crisis económica, porque si hay récord de contratos de arrendamiento y el precio ha subido, como sucede en Lleida ciudad, es porque hay más demanda de ciudadanos que no pueden acceder al mercado de propiedad y optan por vivir de alquiler. Al haber más demanda, los precios suben y signo de que continuamos lejos de superar la crisis es que se ha multiplicado el arrendamiento de habitaciones, un fenómeno generalizado hace años y que ahora vuelve porque también hay demanda y porque sale rentable para el arrendatario. Tenemos la otra cara de la moneda con el éxito de las casas de lujo en Baqueira, donde ya se han reservado con precontrato una quincena de las viviendas programadas en la pleta de Arriu, en una muestra de que también hay demanda de alto standing por parte de quienes no han padecido la crisis. Pero desgraciadamente son más las personas que tienen que recurrir a alquilar una habitación, básicamente estudiantes y personas de fuera que vienen en busca de trabajo y están padeciendo la subida de precios porque siguen sin regular las tarifas por falta de consenso político. Y cada día hace más falta un control. Consenso antiracista Que los partidos con representación parlamentaria, las instituciones y unas 50 entidades hayan tenido que firmar un acuerdo para no utilizar la inmigración como arma electoral y comprometerse a “evitar y denunciar los discursos que inciten el paso del racismo latente a los actos de racismo” es el síntoma de que nuestra sociedad tiene un problema que debe afrontar con urgencia. Si ha habido que firmar este compromiso, que parece obligado y obvio para cualquier demócrata, es que hemos percibido que hay serias amenazas al respeto a las minorías y al esfuerzo integrador que debería ser la norma de cualquier democracia. Es bueno que se haya llegado a este consenso y hay que defenderlo y velar por su cumplimiento para que nadie pueda alterar la cohesión social y la convivencia que tenemos.