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Este domingo ha entrado en vigor el decreto ley que establece la obligatoriedad de registrar la jornada laboral de todos los trabajadores, es decir el control horario para evitar la proliferación de horas extra y para que las horas trabajadas se correspondan realmente con lo establecido en los convenios y en la normativa vigente. Un objetivo plausible y bienintencionado que sin embargo se ha llevado a la práctica con improvisación, falta de información y muchas dudas por resolver tanto para los empresarios como para los trabajadores. Buena muestra de esta improvisación es que hasta ayer por la tarde no divulgó el ministerio de Trabajo la guía para la aplicación de este control horario, cuando el decreto ley ya llevaba día y medio en vigor, con cruce de críticas entre la ministra, que acusa a las empresas de no haberse tomado en serio la norma, y las empresas, que se quejan de no haber estado suficientemente informadas del sistema a utilizar y cómo aplicar el control. En este sentido, las pequeñas empresas explican que la nueva normativa les obliga a tener que atender más documentación, porque los registros tienen que guardarse cuatro años, y en consecuencia más burocracia, mientras que los trabajadores también lamentan que no cambiará su situación porque el control horario es fácil de trucar y más en empresas pequeñas donde se ha optado por la firma del trabajador, y todos coinciden en que hay un afán recaudador con la cotización de las horas extra, que no siempre beneficiará al trabajador porque este concepto no cotiza para las prestaciones por desempleo, ni para la jubilación. Muchas empresas han optado por recuperar formas de “fichar” que ya tenían y habían aparcado tras las últimas sentencias del Supremo, pero queda en el aire una regulación eficaz para el teletrabajo, cada día con más presencia en el mundo laboral, los pactos para flexibilizar jornada, los tiempos muertos para fumar, para el bocadillo o incluso para desconectar en tareas de mucha tensión y todo lo concerniente al trabajo comercial y el momento en que se considera iniciada la jornada. Habrá que incentivar los acuerdos entre las empresas y sus comités, reclamar al ministerio que solvente las dudas y dé margen a la introducción de los controles y asesorando a las empresas que lo necesiten, pero da la impresión de que están queriendo aplicar métodos de control del siglo XIX cuando las relaciones laborales viven en el XXI.

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