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Cuando un partido casi triplica sus votos en la capital y casi duplica sus escaños en la Diputación, hay pocas dudas sobre quienes han sido los triunfadores de la jornada electoral y nadie puede discutir que Lleida desde el domingo vuelve a ser republicana con un triunfo histórico y para encontrar precedentes históricos de semejante vuelco hay que remontarse hasta 1931. En la capital, el éxito tiene un nombre propio, Miquel Pueyo, con un prestigio consolidado en una larga trayectoria profesional, que le ha llevado a ocupar diversos cargos políticos con solvencia y los ha dejado para reincorporarse a la Universitat donde ejercía la docencia. Se ha rodeado de una candidatura joven y ha hecho una campaña eficaz, sabiéndose uno de los favoritos tras los resultados de las elecciones generales que ya dieron la victoria a ERC y ofreciendo un perfil tranquilo, dialogante pero firme en sus convicciones y sin gestos a la galería de los que se estilan en política, que le ha permitido pasar de los 5.656 votos de hace cuatro años a los 13.402, que le convierten en la lista más votada y en futuro alcalde porque durante toda la campaña ya se daba por hecho que habría un bloque independentista como ayer se apresuró a confirmar el alcaldable de JxCat, Toni Postius. Le tocará gestionar a Pueyo el cambio en la Paeria y ayer mostró sus preferencias por un pacto estable con los neoconvergentes y el Comú, bien con un gobierno tripartito o bien con acuerdos de legislatura si los segundos se sienten más cómodos fuera de la Paeria. Para el PSC, que ha mejorado insuficientemente en votos y no ha sabido aprovechar la inercia del efecto Sánchez, que sí se ha notado en otras latitudes, empieza ahora su particular travesía del desierto para recomponer un equipo que se ha visto afectado por la situación que vive el país y la ciudad con el procés y sus secuelas. La jornada histórica de Esquerra se ha visto ampliada con su victoria en votos en las comarcas superando por primera vez a JxCat y consiguiendo también ser la formación con más escaños en la Diputación, donde el bloque independentista podrá gobernar con una amplísima mayoría porque son las dos fuerzas más representadas. Con el control de las dos instituciones más representativas de la provincia, se confirma que el triunfo de ERC en las generales no fue anecdótico, sino que hay un voto consolidado y les abre expectativas para un posible adelanto de las catalanas.

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