EDITORIAL
Incendios y negligencias
Los Agentes Rurales barajan que una colilla es la causa más probable del incendio que entre el sábado por la tarde y la madrugada del domingo arrasó casi 30 hectáreas de cultivo y bosque del término municipal de Maials. El fuego ya ha quedado controlado pero obligó a cortar varias horas el Eix de l’Ebre y sembró la alarma y ha causado daños forestales de consideración. Por suerte, en la zona no había granjas ni casas diseminadas y no fue necesario desalojar a nadie. Todo apunta a que el incendio no fue intencionado pero sí una negligencia de las muchas que cometemos cada día en nuestro entorno cotidiano. Con la sequía de los últimos meses y la falta de humedad es una temeridad tirar una colilla por una ventanilla o apagarla de cualquier forma. Hasta que no aprendamos a cuidar el medio ambiente y lo público como si fuera nuestra casa, que lo es, las medidas de prevención y las campañas de alerta de nada servirán. El verano ha llegado y si no extremamos las precauciones podemos contar los días por siniestros. Poco después de que comenzara a arder esta zona del Segrià, en la falda de la Seu Vella, otro fuego sobresaltó a los leridanos por una espesa columna de humo, que era visible de toda la ciudad. La causa de este segundo foco no ha sido aclarada por la Urbana de Lleida, pero en la zona había jóvenes y niños tirando petardos propios de estos días de Sant Joan, y no sería descartable que uno de ellos prendiera en los matorrales del entorno de la Seu. Los petardos son una tradición que arranca en el siglo XII, con la pirotecnia que da la bienvenida al verano, en una fiesta pagana que asumió el cristianismo, y en la que el fuego tiene un papel protagonista. Pero conviene adaptar las costumbres a los tiempos, y es evidente que los petardos pueden causar muchos problemas. Ya se ha regulado su venta y su uso, después de que durante años se saldara la noche más corta del año con varios ingresados por quemaduras y amputaciones. Conviene también ahora acotar las zonas donde puede lanzarse esta pirotecnia en manos de no profesionales y más en esta época con elevado riesgo de incendios. Hay que ir adaptando el costumario popular a nuestra realidad y hacer compatible la cultura y las tradiciones con la preservación de nuestros campos y nuestros bosques, que son sin duda una parte muy importante de nuestro futuro.