EDITORIAL
Responsabilidad institucional
Por mucho incremento de voto que le auguren las encuestas del CIS al PSOE la responsabilidad de Pedro Sánchez es intentar formar gobierno cuanto antes, negociar todo lo necesario para superar la investidura y acabar con la provisionalidad que vive el país y que amenaza con hacerse permanente. Las elecciones de abril le dieron una clara victoria, pero también una evidente responsabilidad: buscar los apoyos para gobernar asumiendo que tenemos un sistema representativo en el que las mayorías absolutas son complicadas, y también poco deseadas por los ciudadanos, y que como sucede en la mayoría de países europeos hay que negociar, ceder, consensuar, pactar programas y pensar en el interés general y no en el de tu propio partido. Lo dicho sirve para el resto de partidos estatales, que parecen marcar estrategias en función de intereses personales, de enfrentamientos entre dirigentes y con un cortoplacismo que no merecemos el conjunto de la ciudadanía. Nadie discutió la victoria de Sánchez, ni que fuera el candidato a la investidura, pero unos se han lanzado a reclamar carteras y otros han diseñado su estrategia para convertirse en los líderes de la oposición y empujar a los socialistas a tener que gobernar con el apoyo de los independentistas, pensando que es la mejor garantía para hundir a los socialistas en los próximos comicios. Es el rasgo diferencial que marcó Churchill para los estadistas: piensan en la siguiente generación y no en las próximas elecciones, y es algo que no se atisba en el panorama político español, donde la mayoría de dirigentes actúa a golpe de encuestas y pensando en las próximas elecciones. Sería un gran fracaso que después de la repetición de elecciones que protagonizó Rajoy, ahora Pedro Sánchez siguiera su modelo sin ni siquiera haber abierto un periodo negociador, porque su potencial aliado Pablo Iglesias se ha distanciado tras la reclamación de carteras; el socio que podría garantizar estabilidad, Albert Rivera, no quiere saber nada con Sánchez, con quien se profesa una animadversión recíproca, y el segundo partido más votado, el PP, quiere mantener su liderazgo en la derecha, que peligra a tenor de la encuesta del CIS, con una oposición radical. Y como tampoco Sánchez, que como sus antecesores ya está más ocupado con la política internacional, hace más esfuerzos nos encontramos que será más complicado gobernar con 123 escaños que con 80.