Turismo deportivo al alza

Apuntábamos ayer en esta misma sección que los datos turísticos para el mes de agosto pintan muy bien y que el Pirineo pondrá el cartel de completo tanto en hoteles, como campings y casas rurales en las fechas claves de estas vacaciones estivales. Buena noticia para el sector, que en Catalunya bate un nuevo récord al pasar por delante de las Baleares como destino turístico por excelencia en el conjunto del estado español. Pero los datos y cifras positivas no acaban aquí ya que las comarcas leridanas tienen otros excelentes baremos para calibrar el buen trabajo hecho en los últimos años: el turismo deportivo en verano y las actividades al aire libre o de aventura. Según el más reciente dossier del Patronat de Turisme, en Lleida operan 228 empresas distribuidas por las trece comarcas y que ofertan una cincuentena de actividades diferentes en agua, tierra o aire. En 2018 se contrataron 731.017 servicios, lo que supone un 3,2 por ciento más que el año anterior. Toda esta actividad representó un impacto económico de 102,5 millones de euros en 2018. El sector, además, da empleo, en jornada completa y partida, a cerca de 2.000 personas. Senderismo, ciclismo, piragüismo, esquí náutico, puenting, rafting y un sinfín de actividades al aire libre que desestacionalizan el turismo de nieve, hasta hace poco el único referente de nivel para Lleida, y que abren y posibilitan el progreso de muchas comarcas de montaña cuyo futuro estaba más que amenazado por la desaceleración económica que comportaba la despoblación. Evidentemente falta mucho camino por recorrer, porque el Pirineo ni quiere ni puede ser solo un parque temático turístico y debe, y a ello se están dedicando muchos esfuerzos, diversificar su economía recuperando o mejorando el sector agroganadero e industrias alimentarias complementarias, pero al menos el camino de la sostenibilidad y la pervivencia de muchos pueblos está asegurado. Los ayuntamientos, la Diputación, Generalitat y Gobierno central tienen la obligación de ayudar, incentivar o completar estas iniciativas, públicas o privadas, con una red de infraestructuras a la altura de la oferta y con inversiones en sectores primarios y terciarios que faciliten en lugar de complicar el sacrificio hecho por centenares de personas desde hace años para asegurar el progreso en estos parajes alejados de las grandes urbes.