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Una avalancha de cientos de toneladas de rocas cortó ayer el acceso principal a Andorra la Vella, muy cerca de la aduana de La Farga de Moles, afectando al primer centro comercial que encuentran los turistas nada más cruzar la frontera. Por suerte, el suceso se produjo sobre las seis de la madrugada, lo que a buen seguro evitó una tragedia de proporciones impensables puesto que la carretera registra un gran volumen de tráfico en las horas diurnas, que se ve acrecentado en esta época álgida de vacaciones y el supermercado, a cuyo interior llegaron incluso las rocas caídas, es de los más concurridos del Principat en horario comercial. Tras felicitarnos por el hecho de que el siniestro no causara daños personales, salvo los inconvenientes que acarreó el corte de la carretera, que seguirá vetada a autocares y camiones los próximos días, es necesario determinar las causas de lo sucedido y depurar las posibles responsabilidades. Autoridades del Gobierno del vecino país, así como de la parroquia de Sant Julià de Lòria, informaron ayer de que tenían constancia de posibles problemas en anclajes de unos desmontes que había emprendido el propietario de los terrenos, el mismo del centro comercial, advertencia que le fue comunicada oficialmente el pasado mes de julio. Asimismo, estos trabajos habrían afectado a un vertedero y a un almacén comunal de Sant Julià. Ante todo ello cabe insistir en la necesidad de averiguar el origen de la avalancha y acometer con urgencia las medidas necesarias, tanto por parte de la administración como por parte de los dueños de los terrenos, para evitar que se repita un siniestro de este tipo con los riesgos para las personas que comportaría, a parte del perjuicio económico para un país que basa su economía en el comercio y el turismo.

En este sentido, la Confederació Empresarial Andorrana (CEA) emitió un comunicado en el que insta al ejecutivo del Principat a impulsar un plan global de comunicaciones para prevenir las consecuencias económicas de los cortes viarios puesto que el de ayer se suma al registrado en mayo en Pas de la Casa, donde otro desprendimiento de tierras cortó el acceso desde Francia durante cerca de tres semanas, lo que comportó grandes pérdidas para los empresarios y comerciantes de esta parroquia.

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