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La indignación que ha producido en buena parte de la sociedad el fracaso de los políticos, que han sido incapaces de encontrar un candidato a la presidencia del Gobierno con los apoyos suficientes y la repetición de elecciones, las cuartas en cuatro años al margen de las municipales y las autonómicas, se ha empezado a traducir en movilizaciones en las redes. En solo una semana se han registrado más de cien mil bajas de otros tantos ciudadanos que piden no recibir propaganda electoral en la próxima campaña y la cifra sería considerablemente superior si no se hubiera colapsado la web del Instituto Nacional de Estadística y sin duda seguirá creciendo de aquí a noviembre. Al margen del hartazgo, los promotores de esta campaña defienden el ahorro que representará para el erario público no remitir la propaganda y las papeletas de todos los partidos a todos los ciudadanos, porque de los 140 millones de euros que costará la nueva campaña, unos 40 millones se los lleva Correos por el envío de esta documentación, que en muchos casos acaba en las papeleras porque también se puede elegir la papeleta correspondiente en el colegio electoral. Al mismo tiempo ha surgido otra campaña en las redes sociales que pide a los diputados que si no trabajan no cobren y que renuncien a la llamada “indemnización de transición” que perciben los diputados que no forman parte de la Diputación permanente y que pierden su condición con la disolución de la cámara el próximo lunes. Nada menos que 400.000 personas se han adherido a esta campaña en pocas horas con el lema “si no curras, no cobras”, en la que se reclama a los diputados que renuncien a esta indemnización que es de 4.500 euros por diputado, después de haber estado cobrando durante los cinco meses de legislatura, con escasa actividad parlamentaria y dos meses de verano con la cámara cerrada. Y sin duda surgirán más iniciativas para expresar este descontento, que puede traducirse en un aumento de la abstención y harían bien nuestros representantes en recordar la última encuesta del CIS, que consideraba a los políticos uno de los problemas del país y que les generaban sentimientos como desconfianza, aburrimiento o irritación. Sería importante abaratar el coste de las campañas y que los políticos dieran ejemplo de austeridad y sobre todo insistir en que el problema no es el sistema, que nadie cuestiona, sino el comportamiento de los políticos.

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