EDITORIAL
Ataques informáticos
Dicen que los delincuentes acostumbran a ir por delante de la policía y en lo que respecta a las nuevas tecnologías llegan los posibles delitos antes de que estén regulados y buena muestra la tenemos con los ciberdelitos, que han padecido esta semana algunos ayuntamientos de Lleida y que incluso se han trasladado a la Diputación y a empresas que tenían alguna relación informática con los consistorios. No es la primera vez que se han producido estos ataques con el envío de virus maliciosos ocultos en un correo electrónico aparentemente inocuo que al abrirse infecta el sistema y permite robar otras direcciones, los datos bancarios e incluso puede acabar destruyendo los archivos informáticos del receptor del correo infectado. En ocasiones, el ataque va acompañado de un chantaje a la empresa o la institución para que pague una cantidad a cambio de que se les suministre un antivirus que permita salvar los archivos, pero en otros casos se busca conseguir el acceso a datos bancarios o acceder a otras empresas e instituciones. Es una nueva forma de delincuencia que en el último año registró en Lleida 126 denuncias con un incremento del 58 por ciento con respecto al ejercicio anterior, pero se considera que en el ámbito estatal, apenas se denuncian la mitad de las incidencias que se registran y menos de la mitad de casos denunciados acaban resueltos. Las causas son múltiples y van desde las reticencias de algunas empresas a reconocer que han sido “hackeadas” y prefieren pagar, hasta la falta de medios de las fuerzas policiales, que se ven desbordadas por el aumento de casos y que en ocasiones no trabajan con los instrumentos informáticos de los que sí disponen los delincuentes, pasando porque en ocasiones el origen del delito está en el extranjero y tampoco está regulada y sistematizada la colaboración internacional para perseguir los ciberdelitos. A esto se añade que las fuerzas policiales no suelen trasladar al juez los delitos sin un autor conocido para no sobrecargarlos de trabajo, que avanzan más rápido los delitos informáticos que su regulación legal, y que la ciberdelincuencia se aprovecha de que no tiene fronteras mientras que la investigación y castigo de los posibles delitos sí está en función del sitio donde se denuncia. Es la cara oculta de los adelantos que nos trae la informática y hay que valorar que cada avance tiene un ineludible coste de seguridad si se quiere estar a salvo de virus maliciosos.