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Ha arrancado la cuarta campaña de unas elecciones generales en los últimos cuatro años, a los que hay que añadir las correspondientes a las autonómicas, las municipales y las europeas y, pese al evidente hartazgo de la ciudadanía y a la reiteración de mensajes y consignas, el alto número de indecisos sigue siendo el principal elemento a destacar de esta repetición electoral. Estamos ante una campaña atípica, tanto por lo que supone esta doble reiteración en tan poco tiempo con responsabilidades divididas entre los ganadores de abril y sus potenciales socios, como por las circunstancias en que llega, tras una dura sentencia contra los dirigentes del procés acogida con serios incidentes en la mayoría de ciudades de Catalunya, un abierto enfrentamiento institucional entre los gobiernos de Madrid y de Barcelona y una polarización de posturas entre los partidos que compiten sobre cómo gestionar la crisis catalana. Es evidente que estas elecciones no llegan en el mejor momento por la tensión que se vive en Catalunya, por las consecuencias que pueda tener el Brexit o las guerras comerciales de Trump y hasta por los nubarrones que acechan la economía, pero también por la sensación de bloqueo que parece existir entre los partidos con posibilidades de pactar la investidura. El precedente de la anterior repetición con Rajoy, que renunció a presentarse a la primera opción y mejoró resultados en la segunda vuelta, parecía ser también el modelo de Sánchez, que aspiraba a mejorar su margen y no tener que depender de las exigencias de Podemos, pero la crisis catalana puede alterarlo todo, tanto por cómo se vive en Catalunya, como por la percepción que puedan tener en el resto de España. Las encuestas, cambiantes como nunca, muestran la tendencia a fortalecerse los dos partidos grandes, PSOE y PP, que se recupera de su caída de abril, a costa de Ciudadanos, que bajaría sensiblemente al interpretar sus votantes que no ha cumplido el papel de bisagra, y también de Podemos, que perderá votos por la candidatura de Errejón, pero coinciden en que se mantienen los dos grandes bloques de derecha e izquierda muy igualados. De no haber cambios significativos hasta el día 10, todo apunta a que tendrán que volver a negociarse pactos y esperemos que haya más sentido de Estado. Y durante la campaña también hay que exigir que, pese al clima que vivimos, todos puedan expresarse libremente.

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