EDITORIAL
Desobediencia asumida
El President de la Generalitat, Joaquim Torra, se sentó ayer en el banquillo de los acusados y reconoció que había desobedecido la resolución de la Junta Electoral para retirar una pancarta en favor de los presos del procés, por entender que era una orden ilegal y que este organismo no tiene competencias para dictarla y no está por encima de la Generalitat. Es su interpretación en un alegato en el que se pronunció a favor del derecho a la autodeterminación, de la libertad de expresión y en contra de la censura, criticando la politización de la justicia española y mostrando su solidaridad con los presos y exiliados del procés, pero también tuvo tono de despedida al afirmar que “bienvenida sea la condena” porque servirá para reivindicar los derechos civiles, políticos y democráticos de los catalanes. Es un episodio más de las extrañas circunstancias que estamos viviendo en Catalunya con un presidente de la Generalitat en el banquillo, después de que Artur Mas haya sido inhabilitado por el 9-N y que Carles Puigdemont se haya exiliado en Bruselas, y que además lo haga por una cuestión simbólica, pero menor, por la presencia de una pancarta en el balcón del Palau de la Generalitat, que además acabó retirando aunque fuera del plazo marcado por la Junta Electoral. Da la impresión de que todos han querido marcar su territorio, continuar con la batalla judicial preparando el terreno para los recursos ante los tribunales europeos con las cuestiones prejudiciales, que ayer planteó el abogado de Torra, y hasta desbrozar la situación política con el presidente como nueva víctima de los tribunales españoles y un escenario nuevo en la política catalana. Torra se enfrenta a una petición de 20 meses de inhabilitación y multa de 30.000 euros y a la vista de su declaración y su alegato parece claro que espera la condena, que, en caso de ser ratificada por el Supremo, abriría paso a una nueva investidura o a la convocatoria de elecciones anticipadas. Hay tantas variables en juego, desde la situación jurídica de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras hasta las estrategias de JxCat o ERC, que se hace imposible aventurar cualquier hipótesis sobre el calendario electoral catalán, pero sí que la presidencia de Torra ha entrado en su recta final, que la legislatura está más que agotada, que se antoja imposible la aprobación de los presupuestos para el año que viene y que seguiremos en campaña electoral. Solo falta poner las fechas.