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Vox ha roto la unanimidad y el consenso que hasta la fecha existían en el ayuntamiento de Madrid y otras ciudades y comunidades con respecto de la lucha contra la violencia machista. La intervención de su portavoz Javier Ortega Smith exigiendo ayer la derogación de la Ley de Violencia de Género fue una vergüenza que provocó que numerosas mujeres que asistían al acto en conmemoración del Día contra la Violencia de Género abandonaran el salón de actos durante el discurso del portavoz de Vox, quien llamó a “romper el silencio negacionista”. “También hay hombres que sufren violencia de mujeres y son asesinados por sus mujeres, a los que también hay que proteger”, agregó el edil, al tiempo que citó presuntos casos de mujeres “que sufren violencia de sus parejas lesbianas”. España sumó ayer la víctima 52 de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas y Tàrrega dejó el domingo una foto para la historia con 1.028 sillas vacías en recuerdo de las víctimas mortales de este terrorismo doméstico desde el año 2003. Esta lacra, que abarca desde la violencia física, a la psicológica y a la social, y que sufren otros miembros de las familias afectadas, sobre todo niños, por las constantes vejaciones a las mujeres, no puede permitirse la más mínima tolerancia o controversia sobre dónde está el problema y cómo superarlo. Y la entrada de este partido de extrema derecha que cuestiona la más elemental de las realidades, es decir el número de víctimas o las denuncias, que se elevan a tres al día en el caso de Lleida, perjudica y mucho el consenso necesario para encontrar entre todos el camino de la igualdad y la pérdida del miedo para las mujeres; una igualdad que la ley protege pero que no ha llegado ni mucho menos a todas las cotidianidades sociales.

Partidos como Ciudadanos o el PP, que gobiernan con Vox o tienen pactos más o menos tácitos en varios ayuntamientos y comunidades autónomas, como Madrid, Valencia o Baleares, deben exigir a las huestes de Abascal o Ortega Smith el mínimo respeto imprescindible a la larga lucha de las mujeres para lograr respeto y dignidad en su ámbito familiar y poder disfrutar de su libertad y libre albedrío al igual que cualquier otro ciudadano. Todo lo que sea permisividad con los agresores es dar pasos atrás para diezmar la violencia machista.

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