EDITORIAL
El futuro comercial
El Anuari Econòmic Comarcal del BBVA presentado ayer alerta de la débil situación del sector comercial en Lleida, que atribuye en parte al empuje de las ventas on-line y de la caída del empleo en el sector, pero aquí seguimos debatiendo sobre cuál ha de ser la política comercial para la ciudad, mientras siguen cayendo las ventas, se reduce el área de influencia y el comercio tradicional se va diluyendo mientras crecen las franquicias. Hay un proyecto en marcha, el de Torre Salses, que prevé cien millones de inversión, un millar de empleos y financiación asegurada, pero no gusta al actual equipo de gobierno, que ya anuncia que los trámites para su autorización “no serán rápidos” porque no encaja con su modelo comercial, que pasa porque los equipamientos se ubiquen en zonas céntricas. De hecho, en los presupuestos para el próximo año no se contempla ninguna partida de inversión para desdoblar y ampliar el vial Víctor Torres, de acceso a la futura zona comercial, y aún está pendiente la respuesta a las alegaciones presentadas, y después tiene que aprobarse el plan de reparcelación de la zona y concederse la licencia de obras, trámites que corresponden a la Paeria y, finalmente, obtener la licencia comercial que debe dar la Generalitat. Si ya advierten desde la Paeria que los trámites no serán rápidos, se antoja complicado que se puedan cumplir los plazos anunciados por los promotores que esperan empezar las obras del complejo el año que viene. El problema es que, frente a un proyecto definido y concreto, la alternativa de la Paeria es apostar por el plan de la estación, que lleva más de quince años encallado, que necesita alcanzar un acuerdo con Adif y que en un primer intento tampoco consiguió el imprescindible respaldo del sector comercial, o sea que estamos ante una iniciativa más embrionaria, que ciertamente es más céntrica, pero que tampoco es incompatible con el proyecto de Torre Salses, que ya está prácticamente definido y concretado a falta de solventar la tramitación municipal. Podemos seguir discutiendo si son galgos o podencos e incluso encargar más estudios sobre planes comerciales para la ciudad, pero es evidente que en los últimos años Lleida ha perdido oferta comercial, competitividad frente a otras ciudades vecinas y capacidad de atracción en las zonas de su entorno. Y algo habrá que hacer si se quiere invertir la tendencia y dinamizar realmente los servicios de la ciudad.