EDITORIAL
Otro golpe al Museu de Lleida
El mismo día en que se cumplen dos años de la entrada policial en el Museu de Lleida en plena vigencia del artículo 155 para llevarse las obras del monasterio de Villanueva de Sigena, llega otro golpe judicial al Museu de Lleida con la sentencia de un juez de Barbastro que obliga a devolver de forma inmediata 111 obras de arte depositadas en la pinacoteca leridana a las parroquias aragonesas de las que procedían “por mediación del obispado de Barbastro-Monzón”. La sentencia se basa en los acuerdos firmados entre los dos obispados en 2008, cuando ocupaba el cargo de administrador apostólico de Lleida Javier Salinas, que reconocían que la propiedad de los bienes en litigio era de las parroquias aragonesas, que en muchos casos corresponden a pueblos deshabitados. También recoge las resoluciones de las diversas instancias vaticanas y los preceptos del Derecho Canónico que en algunos casos exigían el permiso de la Santa Sede para la transacción de las obras valiosas. El juez no ha considerado los documentos aportados por la diócesis de Lleida sobre los recibos y los acuerdos con diversos párrocos del obispo Meseguer para trasladar las obras desde los pueblos al entonces Museo Diocesano, sostiene que las obras estaban en depósito, y ha obviado valorar criterios de unidad museística, aplicados para otros museos o del rescate, restauración y conservación de estas obras que se hubieran perdido sin la aportación del obispo Meseguer y el papel del museo por él creado. Como plantearon los representantes del consorcio leridano, hay elementos aportados que no se han tenido en cuenta en el fallo y hay argumentos para recurrir la sentencia ante la Audiencia y agotar el recorrido judicial en defensa del Museu de Lleida y su patrimonio artístico. Ha sido la interpretación del juez de primera instancia la que ordena devolver obras a unas parroquias que en muchos casos ya no existen y en otros no ofrecen garantías para su conservación o protección, y que en cualquier caso formaban parte de la diócesis de Lleida y no de la de Barbastro cuando se trasladaron las obras en litigio, por lo que es más lógico que se mantengan donde se han conservado y restaurado. Se perdió en su momento la oportunidad de llegar a un acuerdo para compartir el arte, pero ni esta ni otras sentencias deberían servir para politizar el conflicto, ni para cerrar la imprescindible vía del diálogo para solucionarlo.