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La convocatoria del llamado Tsunami Democràtic, que aprovechó el escaparate mundial de un Barça-Madrid, exhibió como lema de su manifestación el eslogan “Spain, sit and talk” (España, siéntate y habla) y afortunadamente el ejercicio del derecho de manifestación, aunque fuera promovido por una entidad ni registrada, ni identificada, no interfirió en el acontecimiento deportivo más importante del año ni provocó más alteraciones que un importante despliegue policial. Yendo al fondo de la cuestión también hay que advertir que el lema de los manifestantes, sentarse y hablar, que podía tener sentido cuando se aplazó el partido tras las protestas por la sentencia del procés, ha quedado desbordado por los acontecimientos, porque representantes del independentismo y del gobierno central se han sentado y están hablando. Una delegación del partido más votado en las últimas elecciones en Catalunya lleva varias reuniones con el más votado en España y, aunque sea a regañadientes, el presidente español en funciones también ha hablado con el presidente de la Generalitat y hay un compromiso para continuar con las reuniones después de la posible investidura. Cierto que las conversaciones se están centrando en la postura de los partidos catalanes para facilitar o impedir la investidura de Sánchez, pero también es evidente que en las negociaciones se incluye una salida para el conflicto catalán o la situación de los presos, y que la postura del gobierno español en estos temas será determinante en el sentido del voto de los diputados de ERC y, en menor medida, de los de JxCat. Es decir, que se está hablando como no puede ser de otra manera, porque ya dijo Nelson Mandela que con quien hay que hablar y dialogar es con los adversarios, con quienes no comparten tus ideas, y es evidente que la única forma de superar los obstáculos es convencer a quien no piensa como tú. No será fácil llegar a acuerdos que convenzan a todos y ni siquiera la investidura de Sánchez se antoja inminente a pesar del optimismo que intenta transmitir alguna de las partes, pero el primer paso es sentarse y hablar, no cerrar puertas y negociar todo lo que sea negociable. Parece que es lo que se está haciendo, y también sería positivo que diéramos un margen a los negociadores para que lo intenten, sin presiones y sin amenazas. Y aunque miles de personas lo exigieran ayer con cierta urgencia, hay que respetar los tiempos y las posturas.

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