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Ayer se celebró en Madrid la ceremonia oficial de apertura de la decimocuarta legislatura con presencia en el Congreso del Rey y su familia y la ausencia en el hemiciclo de los diputados de ERC, JxCat, Bildu, CUP y BNG, hasta totalizar 49 diputados que explicitaron que ellos no tienen rey y que en consecuencia la monarquía española no les representa. Es el primer detalle significativo de esta apertura de legislatura: han aumentado los diputados independentistas que cuestionan abiertamente el papel de la monarquía y reclaman una república, porque además, de los 49 diputados que no acudieron al acto, habría que añadir que los diputados del PNV, como ya sucedió en ceremonias anteriores, tampoco aplaudieron el discurso de Felipe VI y que entre las filas de Podemos, que hasta su entrada en el gobierno eran abiertamente republicanos, hubo reparto de papeles con Iglesias y sus ministros aplaudiendo, mientras la mayoría de diputados permanecía en pie sin mostrar ningún gesto de asentimiento. El rechazo a la monarquía ya es visible y a tenor de la representación parlamentaria en comunidades como Catalunya o Euzkadi puede llegar a ser mayoritario sin que las apelaciones de Felipe VI de que “España no puede ser de unos contra otros, sino de todos para todos” lleguen a calar en amplios sectores. Y aunque en el discurso real no hubo apelaciones directas a la cuestión catalana más allá de este genérico llamamiento al diálogo, también ha quedado claro que la duración de esta legislatura está estrechamente vinculada a la evolución del conflicto, porque la precaria mayoría del primer gobierno de coalición depende de la postura de los diputados independentistas de ERC, de Bildu o del BNG, que fueron quienes facilitaron la investidura de Sánchez. Al margen del equilibrio que tiene que conseguir Sánchez con los socios de Podemos, que parece sólido en los primeros compases pero puede ser quebradizo, se añade la férrea oposición de la derecha, que, como se ha visto hasta ahora, competirá para ver quién es más duro con Sánchez cuestionando todas las decisiones y exigiendo la máxima dureza contra los independentistas. Teniendo en cuenta los retos que hay por delante, lo precario de los apoyos parlamentarios y lo enrevesada que está la cuestión catalana, hará falta mucha capacidad de diálogo y mucha templanza para afrontar esta legislatura y conseguir que se agote.

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