EDITORIAL
Política de gestos
Desde diciembre de 2018, fecha de su último encuentro en Pedralbes, habían mantenido una relación tensa con enfrentamientos por medio como la negativa a coger el teléfono, las descalificaciones en campaña o la inhabilitación de Torra, y ayer el presidente del gobierno español y el de la Generalitat se reunieron con toda la solemnidad pero también con cierta cordialidad, manteniendo las distancias y los recelos, pero también abriendo una puerta a la esperanza y rompiendo el hielo hasta al punto de que para este mismo mes de febrero se anuncia una reunión de la reivindicada Mesa de diálogo presidida por Sánchez y Torra. Después de la crispación que se había alcanzado en las relaciones entre la Generalitat y Madrid, cualquier gesto de distensión es bienvenido, y ayer al menos se sentaron a hablar, y aunque las posiciones siguen estando muy alejadas, por lo menos ya están dialogando y se han emplazado para seguir haciéndolo, desatando la indignación de la oposición española, que comparaba el recibimiento de Torra con el que se dispensa a un mandatario extranjero y calificando el encuentro como la reunión de la vergüenza o la rendición de Sánchez. Son exageraciones de la derecha española, que hace su campaña porque el presidente español ni se ha comprometido con el referéndum reclamado por Torra, ni ha aceptado de momento la figura del mediador, y a tenor de las declaraciones posteriores los compromisos aceptados se refieren a seguir hablando, a convocar la mesa, a reformar el sistema de financiación y a negociar inversiones. Además, desde Moncloa han intentado diluir el bilateralismo que pretendía Torra con entrevistas posteriores con agentes sociales y empresariales y completará hoy su gira catalana con encuentros con la alcaldesa de Barcelona y la presidenta de la Diputación, pero es significativo que haya celebrado la rueda de prensa posterior en el mismo Palau de la Generalitat y que en todo momento haya reconocido a Torra como legítimo president, pese a las denuncias del PP y Cs, que insisten en su inhabilitación. Pero siempre es mejor dialogar que judicializar las relaciones como sucedía hasta ahora y ayer se dio un primer paso hacia la distensión y, aunque nadie ha dicho que iba a ser fácil, se ha empezado a caminar y el proceso será largo, complicado y tortuoso en cuanto se hable de propuestas concretas. Pero mientras se continúe dialogando, hay esperanza de solución.