EDITORIAL
Ni alarmismo ni relajación
Es una enfermedad con una tasa de mortalidad más baja que la de la gripe estacional, pero el miedo al coronavirus parece más contagioso que el propio covid-19. El alarmismo ha generado situaciones preocupantes, como el robo de mascarillas en centros hospitalarios. Ante esta realidad, la consellera de Salud, Alba Vergés; el secretario general del departamento, Joan Guix y el gerente del SEM, el leridano Antoni Encinas, volvieron a hacer ayer un llamamiento a la calma y anunciaron un cambio de protocolo que evitará a las personas que crean estar contagiadas desplazarse a urgencias. Una llamada al 061 bastará para disipar dudas. El SEM ha habilitado siete equipos especializados para dar respuesta a la demanda que se pueda generar en Catalunya, donde ya hay seis infectados. Estos equipos acudirán al domicilio del paciente a recoger pruebas, que serán enviadas directamente al laboratorio de referencia para su estudio. Tampoco habrá que ingresar en un centro sanitario en caso de dar positivo si la enfermedad no reviste gravedad. De esta forma, Salud trata de agilizar los diagnósticos y, a la vez, descongestionar las urgencias, en riesgo de acabar saturadas por consultas sobre el coronavirus. Ni alarmismo ni relajación. Las autoridades sanitarias hacen bien en optar por la transparencia informativa para desactivar la rumorología.
Más presión para la mesa de diálogo Entre 100.000 y 200.000 personas se dieron cita ayer en Perpinyà en un acto del Consell per la República que supuso un baño de masas para Carles Puigdemont. El 130 President y eurodiputado de JxCat hizo un llamamiento a la “movilización permanente” para ganar la “batalla definitiva” junto a los también eurodiputados y exconsellers Toni Comín y Clara Ponsatí, que se mostraron muy críticos y escépticos con los resultados de la mesa de diálogo. Tras una reunión de deshielo, es prematuro aventurar si dará frutos, pero esas miles de personas que ayer se desplazaron a la capital del Rosselló no se conformarán con dilaciones a la espera de presupuestos. Un toque de atención para que nadie se duerma en los laureles.