EDITORIAL
Confinados y en estado de alarma
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció ayer que el Consejo de Ministros de hoy adoptará “un conjunto de decisiones excepcionales” al amparo de la declaración del estado de alarma que se decretará en esta cita del gabinete. Las medidas, advirtió, “estarán orientadas a movilizar todos los recursos del conjunto del Estado para proteger mejor la salud de todos los ciudadanos.” Desde recursos económicos, sanitarios, “tanto públicos como privados, tanto civiles como también militares”, para la protección de las personas. Es evidente que esta decisión era improrrogable porque los expertos médicos y epidemiológicos hace días que advierten y exigen medidas excepcionales para una alarma sanitaria mundial. La situación de Madrid, con la mitad de los contagiados en toda España, no admite más demoras, y la Generalitat toma una acertada decisión al pedir el confinamiento de toda Catalunya. El coronavirus lleva ya cifras exponencialmente similares a la curva creciente vivida en Italia y el cortafuegos debe ser drástico si no queremos colapsar todos el sistema sanitario, con el consiguiente peligro que ello comportaría para los contagiados por el Covid-19, pero también para el resto de enfermos y emergencias. Si las autoridades políticas tienen la gran responsabilidad para conseguir frenar esta pandemia, los ciudadanos de a pie no estamos exentos de ella, más bien todo lo contrario. Es nuestra actitud y hábitos personales los únicos que pueden vencer al coronavirus. Las recomendaciones de higiene personal ya las hemos repetido hasta la saciedad, pero conviene recordar también que los colegios se han cerrado para evitar las aglomeraciones de niños, por tanto la respuesta correcta no es llevarlos al parque o a casa de amigos, sino confinarlos al igual que a los mayores. Tampoco son saludables las aglomeraciones que estamos viendo en los supermercados, el abastecimiento está garantizado porque por mucho estado de alarma que haya, los servicios básicos como alimentación y farmacias no se cerrarán ni quedarán desatendidos. Y menos aconsejable es todavía que personas de zonas de riesgo como Madrid corran a llenar los apartamentos de la playa de zonas menos contaminadas como Murcia o Aran. Sentido común y responsabilidad colectiva es lo único que nos ayudará a superar esta difícil situación.