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Cada tarde la ciudadanía sale a sus balcones para mostrar su agradecimiento al personal sanitario con un aplauso colectivo durante un minuto. Ha sido un movimiento espontáneo y más que justificado porque en estos momentos de incertidumbre colectiva, de nervios, de preocupación y hasta de temor, quienes aportan confianza e insuflan esperanza son los médicos, las enfermeras, el personal sanitario en conjunto, que está haciendo un esfuerzo denodado para combatir esta epidemia, que no por anunciada está dejando de ser menos dañina, que trabajan sin cesar para atender a los enfermos y por investigar y buscar posibles remedios al virus. Siempre merecen nuestro aplauso porque son los garantes de la salud, porque en España hemos tenido y tenemos una sanidad pública excelente y porque gracias a ellos saldremos adelante. Pero su abnegación no debe ocultar la carencia de medios con la que tienen que hacer frente al alud de intoxicados con el virus, y es sencillamente lamentable que el personal sanitario no disponga del material necesario y de algo tan imprescindible como las mascarillas que reclama el personal del Arnau. Estamos pagando ahora las consecuencias de los recortes que se aplicaron durante la crisis económica, de forma que se perdieron más de 8.660 millones en los presupuestos del sistema nacional de salud entre 2009 y 2014, con un descenso del 12 por ciento que no se ha recuperado en años posteriores. Y ahora, nos encontramos con que faltarán camas en el pico de la crisis del Covid-19, que no se pueden hacer análisis a todos los posibles infectados, y son tristes las comparaciones, pero en Corea se hacían 15.000 análisis diarios y aquí hasta ahora se evalúan en unos 30.000 en total, menos que en Italia o en Israel porque hay menos medios, y que falta personal sanitario, tanto médicos como enfermeras, para atender la avalancha de posibles casos, tanto por las carencias endémicas como por el número creciente de afectados por el virus. Tiempo habrá para analizar cómo se ha afrontado la pandemia y para valorar las decisiones tomadas, porque ahora lo prioritario es combatirla y ayudar en lo que se pueda, pero que sirva la actual situación para reflexionar sobre las prioridades presupuestarias, que todos valoremos la extraordinaria sanidad pública que tenemos y de paso que la apoyemos, la respaldemos y la dotemos de los medios que necesita. Será el mejor aplauso.

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