EDITORIAL
Las pruebas del virus
El ministerio de Sanidad y la conselleria de Salud facilitan cada día la evolución de los casos de coronavirus en sus respectivos ámbitos y marcan un indicador significativo de la evolución de la pandemia, pero hay que tener en cuenta, como advierte la presidenta del Colegio de Enfermería, que hay más casos de los documentados estadísticamente por la sencilla razón que no se hacen las pruebas a todos los enfermos que presentan síntomas de la epidemia. Lo anunció el pasado fin de semana la delegada de Salud en Lleida explicando que se ha dejado de hacer la prueba a las personas que tienen síntomas leves, a las que se les pide que se aíslen en sus domicilios, para centrarse en los pacientes que tienen síntomas más graves. Y el martes lo confirmó desde el ministerio de Salud el coordinador de emergencias, Fernando Simón, explicando que se suspendían las pruebas a los enfermos leves por una cuestión de logística, esperando que se solucione el problema en los próximos días. La razón es sencilla: no hay suficientes test de reactivos para hacer la prueba y se da prioridad a las personas que presentan una sintomatología más grave, confiando en que en los leves vaya evolucionando la situación de fiebre y tos sin más complicaciones. El problema es que estos pacientes leves, de tener el coronavirus y aunque hagan esfuerzos por aislarse, se convierten en nuevos focos de infección, con lo cual el control de la pandemia se hace más complicado. Los expertos insisten en que la realización del mayor número de pruebas posibles es clave para controlar la expansión de la pandemia y determinar los focos en los que debe extremarse el aislamiento, y así en Corea del Sur se hacían 15.000 análisis diarios y Alemania ha incrementado su capacidad diagnóstica hasta los 160.000 análisis semanales, mientras que en España se habían hecho hasta el pasado domingo apenas 30.000. Ha faltado previsión para dotarse de los suficientes tests pese a que la epidemia estaba más que anunciada, como también la ha faltado para dotar de mascarillas o guantes, y además se crea el agravio de que políticos o famosos anuncian tras los primeros síntomas el resultado positivo o negativo de las pruebas, mientras ciudadanos de a pie o incluso personal de riesgo como los sanitarios tienen que esperar días con fiebre y tos sin que se les haga la prueba, ni se atienda sus llamadas hasta que su situación revista gravedad. No es justo.