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El coronavirus no hace distinciones de ningún tipo, ni de edades, ni de clases sociales, ni de lugar de residencia, y por desgracia está golpeando en todas partes, pero si hay un colectivo especialmente sensible a los riesgos que comporta es el de la tercera edad, el de mayor edad, que está expuesto a sufrir complicaciones de todo tipo por el coronavirus y que según las estadísticas es el más damnificado. Ha habido fallecimientos de personas jóvenes, hasta ayer 17 de los muertos eran menores de 50 años e incluso el muerto más joven tenía menos de 20 años, pero el 95 por ciento de los muertos en España tiene más de 60 años aunque representa menos de la mitad de los casos confirmados, el 47 por ciento, es decir que les afecta con más gravedad. El colectivo de más riesgo es el de mayores de 80 años, que representan el 16 por ciento de los casos totales, pero en cambio suponen el 67 por ciento de los fallecidos con una tasa de letalidad altísima y el agravante de que la mayoría de ellos ni siquiera pudo ser ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos, pese a estar hospitalizados, por la saturación de estas unidades.

Con estos datos en la mano es evidente que las residencias de ancianos y los centros de la tercera edad se convierten en centros de riesgo especial en el que deben extremarse las precauciones, porque cualquier posible positivo tendría efectos letales, tanto por las características de los pacientes afectados como por la facilidad del contagio. Desgraciadamente, parece que algún caso ya se ha registrado en algunas residencias de comarcas y habrá que confiar en que las atenciones sanitarias y las medidas tomadas sirvan para frenar la expansión del virus, pero es importante que en las que hasta ahora no se han visto contaminadas extremen todas las precauciones, prohíban las visitas y, si es necesario, se cierren a cal y canto como también ya ha hecho alguna. Y también merece nuestro reconocimiento y homenaje el personal de estos centros, que ya en situaciones normales está desbordado de trabajo sin tener en ocasiones la valoración que merecen y que estos días tienen que multiplicarse con evidente riesgo, también para su propia salud. De su trabajo depende la salud de nuestros mayores, que desgraciadamente son los más expuestos a los brutales embates de esta pandemia.

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