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Hemos entrado en la Semana Santa, una de las más turísticas del año para Lleida, que en esta ocasión presenta unas características completamente diferentes a las de otras ediciones. No ha habido problemas con la operación salida, más allá de algunos irresponsables que han querido violar el confinamiento para desplazarse a las segundas residencias, tampoco se ha notado el inicio de las vacaciones escolares porque los estudiantes siguen en sus casas como desde hace más de tres semanas, las procesiones y los actos religiosos tendrán que ser virtuales y hasta las previsiones meteorológicas que cada año se escrutaban con atención en vísperas de estas vacaciones nos dan ahora relativamente igual porque no podemos salir de casa. Será una Semana Santa diferente en la que habrá que buscar alternativas de ocio y entretenimiento dentro de nuestros domicilios y en la que habrá que confiar que se confirme la tendencia de que los contagios y los fallecimientos por el coronavirus van menguando. Se notará la diferencia en nuestras calles, vacías y sin procesiones, pero sobre todo en las comarcas del Pirineo, donde esta semana era la más concurrida del año, en la que se concentraba el turismo de nieve que daba sus últimos coletazos, empezaban los preparativos para los deportes de aventura, se multiplicaba el turismo cultural y de naturaleza y se colgaba el cartel de completo en la mayoría de los establecimientos de las comarcas pirenaicas. Se calcula que el turismo de Semana Santa generaba en toda España dos millones de contratos temporales que no se firmarán y seguirán engrosando las listas del desempleo, y es evidente que dejarán de ingresarse millones de euros en las zonas turísticas por la pérdida de visitantes, pero no hay alternativa porque la prioridad en estos momentos es mantener el confinamiento para evitar más contagios. Y como han advertido muchos alcaldes de localidades turísticas: si amamos nuestros pueblos, nuestras segundas residencias, tenemos que demostrarlo no yendo y respetando el confinamiento porque está en juego la salud de estos pueblos, con una edad media muy elevada, en los que la propagación del virus provocaría auténticos desastres. Lo importante es la salud colectiva y no hay que ponerla en peligro por unas vacaciones que se pueden aplazar, porque tiempo habrá para disfrutar de nuestros pueblos cuando esta pesadilla acabe con el apoyo de todos.

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