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Como era de prever, también en la gestión del coronavirus han surgido las diferencias políticas y las tensiones entre partidos y de algunas autonomías, Euzkadi, Galicia, Andalucía y sobre todo Catalunya, con el Gobierno central y no es bueno que se generen tensiones, que se dividan esfuerzos, que se aproveche la pandemia para sacar rédito político y que se confunda quién es el enemigo real y el objetivo a batir en esta emergencia mundial. Para evitarlo habría que pedir transparencia, intercambio de datos y opiniones, consenso en las decisiones trascendentales y buena comunicación a quienes deciden desde Madrid, mientras que a la oposición y a las autonomías discrepantes también habría que reclamarles respeto a la responsabilidad de quien gobierna, solidaridad ante los posibles errores en la gestión que todos han podido cometer en sus respectivos ámbitos y lealtad y coordinación a la hora de aplicar las medidas aprobadas. Desgraciadamente y con diferentes matices, ni unos ni los otros se han aplicado a cumplir con buena voluntad estos requisitos que esperamos la mayoría de ciudadanos de nuestros gobernantes y en los últimos días empiezan a menudear las tensiones políticas con las decisiones que se toman. Las hubo con la gestión de compras de material sanitario y su distribución, en menor grado con el ofrecimiento del Ejército para colaborar en Catalunya y sobre todo con el grado de confinamiento especialmente entre Sánchez y Torra, que primero reclamaba el cierre de fronteras para Catalunya y ahora se opone a que se haya levantado el confinamiento total vigente hasta ahora y desde hoy se permita que vuelvan a trabajar sectores no esenciales como la construcción y la industria con las garantías sanitarias y de distancia requeridas. Evidentemente, es una decisión muy compleja que cuenta con partidarios y detractores entre los mismos expertos científicos, que además se ha comunicado mal, como buena parte de la gestión de la crisis tanto en España como en Catalunya confundiendo lo que es información con propaganda y con saturación en las pantallas de los responsables políticos, que en algunos casos tenían poco que decir y que resulta contraproducente. El resultado es que se está generando más confusión de la debida en unos momentos que son decisivos para mantener la tendencia decreciente de la pandemia, que debería ser el objetivo prioritario de todos los que ostentan alguna responsabilidad.

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