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El próximo lunes los niños menores de catorce años podrán empezar a salir a la calle durante un rato y con determinadas restricciones, como ir acompañados de un adulto, con parecidas limitaciones a las que están sometidos los mayores y en ningún caso a jugar a los parques o a juntarse con otros niños. Cuando puedan salir ya llevarán seis semanas de confinamiento y a diferencia de los adultos que sí pueden ir a trabajar, a pasear al perro, bajar la basura o a hacer las compras, los menores habrán tenido que seguir un confinamiento total, por lo que el riesgo de contagio parece minimizado, aunque lo cierto es que los expertos no se ponen de acuerdo en la relación entre infancia y coronavirus y predominan las incógnitas más que las certezas. Desde el ministerio se considera que los niños eran “vectores de contagio” con una posibilidad de transmisión cuatro veces mayor que los adultos, y por esto se había recomendado un confinamiento más estricto para los niños, pero otros epidemiólogos advierten que “no tenemos ni idea de la carga infecciosa del virus en la infancia, ni sabemos cuantos están infectados o cuantos han pasado la infección, porque es una enfermedad desconocida ante la que se avanza paso a paso. Lo que sí parece demostrado con las estadísticas es que los más jóvenes padecen menos casos de coronavirus, son más leves y con la mortalidad muy baja, mientras que en cambio pueden convertirse en elemento de contagio para los mayores. Por esto y por la protección obligada a los más indefensos, han padecido un confinamiento más severo que los mayores y también mucho más estricto que el aplicado en Italia, Francia o Alemania, donde ya podían salir con algunas restricciones, con el riesgo advertido por pediatras y psicólogos de que el confinamiento prolongado podía provocar otros problemas añadidos a la pandemia. Así, los expertos advierten del riesgo de episodios de ansiedad y problemas emocionales que les llevan a estar asustados y somatizados por la situación, además del riesgo de adoptar hábitos de alimentación inadecuados, que con la falta de ejercicio puede traducirse en obesidad y otros desequilibrios. Por esto habrá que empezar con las salidas, aunque extremando la prudencia en las salidas del confinamiento, siguiendo las pautas higiénicas y de distanciamiento y valorando las diferencias entre el mundo urbano y rural, pero ya será un primer paso.

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