EDITORIAL
La alarma en el aire
El próximo domingo 10 de mayo acaba la tercera prórroga del estado de alarma, decretado el 14 de marzo, y no hay garantías de que el Congreso ratifique mañana la cuarta prórroga que pide el Gobierno para regular la desescalada porque tanto los nacionalistas como el PP han mostrado su oposición a apoyar la iniciativa y hasta el Constitucional tiene intención de estudiar la legalidad de la medida. Desde el Gobierno se presiona advirtiendo que es la alarma o el caos, pero ayer no consiguió convencer al PP, que mantiene que no tiene sentido prorrogar la alarma más allá de los 60 días que ya llevaremos y no es partidario de entregar más cheques en blanco a Sánchez. El PNV supedita su apoyo a que se pacte la desescalada con las autonomías y en una línea parecida Torra reclama que se devuelvan competencias para apoyar la alarma, postura que comparte ERC, con lo que de no mediar cambios el Gobierno no tendría los apoyos suficientes para que el Congreso ratifique la medida. Los problemas de coordinación sanitaria y económica que se plantearían si no se prorroga la alarma serán de difícil solución si no se busca otra fórmula y afectarían a las ayudas prometidas que dependen de Madrid, a los ERTEs cuya vigencia está vinculada al estado de alarma e incluso a las medidas programadas para la desescalada. Habrá que ver si el compromiso de 16.000 millones para las autonomías, la promesa de “cogobernanza” en el desconfinamiento, la adaptación de la desescalada a las áreas de salud y no a las provincias, como reclaman varias comunidades, son suficiente argumento para convencer a los reticentes, pero lo cierto es que los apoyos a las sucesivas prórrogas han ido menguando al tiempo que se criticaba a Sánchez y su equipo que no consensuaran decisiones importantes. En otros países con problemas similares, 22 según el ministro Illa, se ha mantenido el estado de alarma hasta finales de mayo, o incluso mediados de junio en algún caso, pero no han funcionado con prórrogas quincenales como aquí, no tienen la estructura autonómica de España e incluso es probable que haya habido más consenso, pero parece complicado ahora articular otra forma de funcionamiento en una etapa clave como es la primera fase de la desescalada. Viene a cuenta la frase de Lincoln de no cambiar de caballo en mitad de la corriente y habrá que pedir responsabilidad a todos para no confundirnos de adversario en estos momentos.