EDITORIAL
Medidas económicas urgentes
Del análisis que varios expertos hacían en la edición de SEGRE de ayer domingo, sobre cómo imaginaban o creían que iba a ser la nueva cotidianidad postpandemia, se puede extraer la conclusión que nadie sabe a ciencia cierta si la denominada “nueva normalidad” cambiará rotundamente las relaciones personales o si en cuanto el virus se haya alejado todo, o casi todo, volverá a ser como antes. Es evidente que buena parte de ello dependerá de lo que tarden los científicos en encontrar una vacuna o las medicinas que puedan mitigar el daño causado por el coronavirus a toda la humanidad. Si este aspecto está todavía lleno de interrogantes e incertidumbres, de lo que no cabe ninguna duda es de que la crisis económica que se avecina será peor que la del 2008 si el estado no le pone remedio. La Generalitat así lo advertía ayer en la cumbre de comunidades autónomas con el presidente español, Pedro Sánchez, a quien su homónimo catalán, Quim Torra, pedía que se active cuanto antes una política de salvamento de la economía para los próximos tres meses: “Que gaste, dejando de lado el déficit, porque ahora hay que salvar personas y lugares de trabajo.” Y es que, a su juicio, “todo lo que no se gaste en los próximos tres meses se tendrá que multiplicar por mucho en el futuro, cada lugar de trabajo que salvemos ahora, aunque cueste dinero, a la larga supondrá un ahorro”. “No podemos perder ni un día más”, exhortó. No le falta razón a Torra, pero es evidente que para que esta inyección económica, necesaria e imprescindible, sea posible, Europa debe también mover ficha. Vivimos en un mundo de vasos comunicantes y el estado español, endeudado hasta las cejas, solo podrá llevar a cabo estas transferencias de dinero si la Comisión Europea da luz verde a los “coronabonos”, o lo que es lo mismo, dinero sin intereses para los estados miembros. La deuda es necesaria en un momento como este, pero si esta supera un techo determinado, Europa tendrá que rescatar la economía española, lo que obligaría a unos ajustes de presupuestos y seguridad social que a buen seguro afectaría a las futuras pensiones y puede incluso que al IVA, lo cual nos volvería a llevar al punto de partida. Esta crisis la volverían a pagar los de siempre, es decir los trabajadores y las clases vulnerables. El dinero ha de ser a fondo perdido y su inyección inmediata. No hay otra solución.