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El mismo día en que la Unión Europea anunciaba un plan para revitalizar el turismo, el Gobierno español anunciaba que todos los visitantes extranjeros, incluidos los de la Unión Europea y los del espacio Schengen, que llegaran a España tendrían que superar un periodo de aislamiento de catorce días. El ministro Illa justificó la medida porque España está controlando los casos de contagios internos y se quiere evitar la importación de casos como sucedió en febrero, pero ha caído como un jarro de agua fría en el sector, que no se lo esperaba en estos momentos de desescalada porque hasta ahora no se había aplicado. Tampoco ha gustado la medida en Bruselas, donde la UE se había posicionado explícitamente en contra de las cuarentenas, porque, según la comisaria de Salud, “no serían necesarias si los flujos se reabren entre estados o regiones en las que existe el mismo riesgo pandémico y las mismas garantías de protección”, añadiendo que, “cuando las medidas de confinamiento y aislamiento social adoptadas en los países de origen son las mismas o similares, no tiene sentido implementar cuarentenas”, y reclamaba que no se impidiera el movimiento de ciudadanos en el espacio Schengen y se habilitaran corredores turísticos seguros con progresividad y flexibilidad para ir avanzando. La primera respuesta ha llegado con la decisión de Francia de aplicar la misma cuarentena para los viajeros que llegan de España y no de otros países de la UE, aplicando el principio de reciprocidad con el agravante para España de que son muchos más los turistas franceses y más dependiente el conjunto de la economía española de la aportación del turismo, que representa el 14 por ciento del PIB. Y lo peor es que, como decía la presidenta de Baleares, Francina Armengol, quejándose de esta cuarentena, estamos lanzando a Europa el mensaje de que no queremos que vengan turistas cuando es evidente que durante el estado de alarma tampoco iban a venir, concluyendo que no era necesaria declarar la cuarentena y empeorar la imagen. Por el bien del turismo, cabe confiar en que esta decisión se levante antes de que empiece el verano porque lo contrario es renunciar a la llegada de turistas extranjeros, que evidentemente buscarán otros destinos antes de superar la cuarentena. Pero mientras otros países como Italia o Francia lanzan planes para captar visitantes, aquí se anuncian medidas que parecen espantarlos.

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