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Todos los centros educativos ya llevan más de dos meses cerrados, desde el 13 de marzo, a causa de la pandemia del coronavirus. Ahora, la gran incógnita es si todos o la mayoría abrirán antes de que acabe el curso o no lo harán hasta el inicio del próximo, en septiembre. La incertidumbre es mayor porque tanto el Gobierno central como el departamento de Educación de la Generalitat han ido variando sus previsiones a lo largo de las semanas. En Catalunya, el conseller de Educación dijo hace unos días que la intención era abrir los centros a partir del 1 de junio, pero solo para alumnos que se encuentran en el final de etapa, en Primaria, ESO, FP o Bachillerato, y necesitan algún tipo de orientación o apoyo, así como también para alumnos que acudieran voluntariamente, como podría ser el caso de niños cuyos padres trabajan. Sin embargo, la consellera de Salud afirmó este viernes que confía en poder abrir todos los centros para todos los alumnos. Mientras, sindicatos de la escuela pública, representantes de los padres y también de la escuela concertada afirman que Educación no les ha transmitido ninguna directriz ni les ha consultado. Todo ello genera un debate que también está marcado por la difícil conciliación de la vida laboral y familiar sin escuela. Pero al abordar la conciliación, todos deberíamos ser conscientes de que esta no es una cuestión educativa, sino social, y que no daremos ningún paso adelante, sino todo lo contrario, si el modelo económico favorece la proliferación de contratos precarios y mal pagados.

Batalla política por el estado de alarma El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció ayer que pedirá prorrogar un mes el estado de alarma, a la vez que precisó que será diferente del actual y que servirá para ir devolviendo a las autonomías las competencias recentralizadas, haciéndolo de entrada con las que han asumido los ministerios de Defensa, Interior y Transportes. Tras aprobar la última prórroga con el apoyo de Cs y PNV, lograr el apoyo parlamentario suficiente será complicado, porque ni Gobierno ni oposición han apostado por el diálogo durante esta crisis a pesar de su gran magnitud.

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