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Llevamos más de dos meses de luto en España, y en todo el mundo, desde que empezó el goteo de víctimas por esta epidemia desconocida que nos ha vuelto a demostrar lo frágil que es la condición humana, aunque hasta ayer no empezara el luto oficial decretado por el Gobierno y que se simbolizó con minutos de silencio en todas las instituciones y centros aunque muchos ayuntamientos ya llevaban días con las banderas a media asta como homenaje a las personas que han fallecido. El duelo oficial durará diez días, pero el de muchas familias y de la mayor parte de la sociedad se prolongará mucho más porque las secuelas que está dejando la pandemia, desgraciadamente, no acabarán con el fin del estado de alarma y habrá consecuencias en todos los ámbitos que nos recordarán la tragedia de estos días y lo desprevenidos que estábamos ante lo que nos ha llegado. Las cifras son desgarradoras: 232 fallecidos en Lleida, más de 11.000 en Catalunya, más de 27.000 en España y más de 350.000 en el mundo con 5,5 millones de contagiados y la triste certeza de que seguirán aumentando porque en algunos países sigue extendiéndose el virus, aunque en España parece que empieza a estar controlado.

Bien está que haya minutos de silencio, homenajes más que merecidos a los que han fallecido y acompañamiento y solidaridad con sus familiares, pero no es suficiente y costará olvidar que han muerto en soledad, que muchos no han podido ser atendidos por falta de medios, que sus familias no han podido acompañarles en los últimos momentos ni tampoco acudir a darles el último adiós y todos, empezando por quienes nos gobiernan, tenemos que hacer una severa autocrítica porque han fallado los mecanismos de protección estatales e internacionales. Hay que revisar el papel de la Organización Mundial de la Salud, que no detectó la gravedad de la pandemia hasta que ya estaba extendida, que no supo delimitar ni controlar el origen, hay que recordar los recortes que se hicieron en la sanidad pública española y catalana que ahora hemos padecido, hay que analizar cómo han funcionado las residencias de ancianos y cómo hemos permitido que se acumularan los casos y los fallecimientos, hay que preguntarse por qué no había equipos de protección para los sanitarios y el personal de riesgo. Que lo aclaren y rectifiquen cuanto antes.

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