EDITORIAL
Castigados y sin saber por qué
Viendo cómo queda el mapa de España en el proceso de desescalada, da la impresión de que las comarcas del llano de Lleida hemos sido castigadas a continuar otra semana en la fase 1, junto a la mayoría de Castilla y León, Madrid y el área metropolitana de Barcelona, donde se habían registrado los mayores focos, mientras el 70 por ciento de la población está ya en la fase 2. El ministerio de Sanidad justifica que Lleida siga en fase 1 por el rebrote, “fruto de actos irresponsables que ha protagonizado un sector muy minoritario de la población”, en palabras de Salvador Illa, mientras que en las explicaciones de la conselleria aluden a una fiesta de cumpleaños y casos en empresas del sector agroalimentario, algunas residencias y en personal sanitario, pero insistiendo siempre en que la situación está controlada. Lo que no han explicado hasta ahora es cuáles son las tasas que hay que cumplir y los baremos que aplican, porque si bien es cierto que con los episodios citados se registraron más de dos centenares de contagios hasta el martes, también lo es que el miércoles se redujeron en un 75 por ciento y tanto el jueves como ayer las cifras han sido relativamente bajas. En cualquier caso, nadie ha explicado qué es lo que hemos hecho mal los leridanos, ni ha explicado qué se tiene que hacer para corregir las anomalías, ni se han pedido responsabilidades y al final estamos pagando justos por pecadores, todo por las supuestas negligencias de unos pocos. Hay que recordar que Barcelona y Madrid pasaron a la fase 1 con un elevado número de casos y en seguida se arbitraron medidas para no perjudicar el tejido económico, impulsando por ejemplo una fase intermedia, y si aquí el problema está focalizado también pueden impulsarse aislamientos locales, encapsulamiento de la zona con más riesgos o más control del movimiento de temporeros, que, según denuncian los alcaldes del Baix Segre, siguen llegando sin contratos de trabajo. Aquí no ha habido la presión que sí se ejerció en Madrid y Barcelona, con un conformismo escandaloso de nuestros políticos, que se limitan a obedecer las directrices que les llegan de Barcelona o Madrid y han demostrado su falta de liderazgo en estos momentos críticos. Son muchas las empresas que no podrán abrir si no se cambia de fase, muchos millones los que se seguirán perdiendo y miles de empleos que pueden desaparecer y, si algunos políticos no saben hacerlo mejor, que se vayan.