EDITORIAL
Tres meses de alarma y batalla política
Hoy se cumplen tres meses de la declaración del estado de alarma por parte del Gobierno central para afrontar la pandemia del coronavirus. Era una decisión que solo se había aplicado una vez desde la restauración de la democracia y de forma muy puntual, con motivo de la huelga de controladores aéreos en 2010. En esta ocasión, tras seis prórrogas, se ha prolongado hasta el próximo domingo día 21, cuando finalizará su vigencia. A través de ella el Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez recentralizó inicialmente las competencias en materias como sanidad, movilidad y seguridad en aras del denominado mando único. Una de sus primeras medidas fue el cierre generalizado de centros educativos –que algunas comunidades como Catalunya ya habían aplicado–, comercios, bares y restaurantes y los negocios de la mayoría de sectores. De hecho, durante dos semanas, coincidiendo en parte con la Semana Santa, el cese de la actividad se amplió a todos los sectores no declarados esenciales. Una vez la pandemia empezó a remitir, el estado de alarma también ha servido para que el Gobierno haya fijado las pautas de desconfinamiento y recuperación gradual de la actividad económica. Pero más allá de las medidas tomadas, la evolución del estado de alarma ha evidenciado la incapacidad de las principales fuerzas políticas de llegar a acuerdos de mínimos, ni siquiera ante una crisis sanitaria tan grave como esta, que a la vez ha generado una crisis económica que presumiblemente será peor que la que estalló hace más de una década. Tras el relativo consenso inicial, la aprobación de las últimas prórrogas en el Congreso se ha convertido en el escenario de una gran batalla política, todo ello aderezado con los desencuentros cada vez mayores entre el Gobierno central y los autonómicos, especialmente Catalunya y Madrid. Como siempre, cada partido o gobierno responsabiliza al otro del enfrentamiento, pero lo cierto es que ha dado la impresión que ninguno haya hecho mucho por buscar llegar a un punto de encuentro en un momento tan excepcional, cuando paradójicamente la mayoría de partidos piden un gran acuerdo europeo para afrontar la crisis. Y mientras, los expertos participantes en la Trobada Empresarial al Pirineu, este año en formato virtual, abogan por la cooperación entre el sector público y el privado para impulsar la recuperación, algo difícil si el primero está sujeto a constantes vaivenes.